Scrooge y la Navidad Mágica
Era una fría tarde de diciembre en un pequeño pueblo donde todos se preparaban para la llegada de la Navidad. Las calles estaban adornadas con luces brillantes, los niños reían y cantaban villancicos, pero en una esquina solitaria, había una casa que parecía olvidada. En esa casa vivía el señor Scrooge, un anciano muy avaro que nunca se unía a las festividades.
Scrooge despotricaba frente a su ventana mientras miraba a la gente feliz:
"¿Por qué celebran? ¡Es solo un gasto innecesario!".
Cada año, Scrooge desestimaba la Navidad. Prefería contar su dinero en lugar de disfrutar la compañía de otros. Una noche, mientras se retiraba a su oscura habitación, oyó un extraño sonido.
"¡Boo! Soy el fantasma de tu viejo socio, Marley" - apareció un fantasma con cadenas brillantes.
"¿Qué quieres de mí?" - preguntó Scrooge, temblando.
"He venido a advertirte. Esta noche recibirás la visita de tres fantasmas. Ellos te mostrarán el verdadero significado de la Navidad".
Scrooge apenas pudo dormir, y al rato, un brillo llenó su habitación. El primer fantasma, el del pasado, apareció.
"¡Ven, Scrooge!" - lo invitó, extendiendo su mano.
Una luz lo envolvió, y juntos viajaron al pasado. Scrooge vio su infancia. Era un niño solitario en una escuela, pero también recordó a su hermana, Fan.
"¿Te acuerdas de ella?" - preguntó el fantasma.
"Sí, ella siempre venía a buscarme..." - dijo Scrooge con tristeza.
"Era quien te traía amor en Navidad" - añadió el fantasma.
Después, viajaron al tiempo de su juventud.
"¡Mirá!" - dijo el espíritu señalando una fiesta.
"¡Esa es mi vieja oficina!" - Scrooge reconoció.
Allí vio a su antiguo jefe, el Sr. Fezziwig, celebrando con sus empleados.
"¡Que alegría!" - exclamó Scrooge al ver las risas.
"¿Ves? No todo se trata de dinero. La alegría de compartir es invaluable" - afirmó el fantasma.
Finalmente, el fantasma lo llevó de vuelta a su habitación, justo antes de la llegada del siguiente espíritu.
El segundo fantasma, el del presente, era un ser alegre y encantador.
"¡Vamos, Scrooge!" - dijo, abriendo las puertas de su hogar.
Fueron al hogar de Bob Cratchit, su empleado, donde la familia celebraba con una pequeña cena.
"¡Feliz Navidad, querida!" - dijo Bob, abrazando a su familia a pesar de las dificultades.
"Este año, quizás no podamos tener un gran festín, pero tenemos amor y juntos somos felices".
Scrooge observó con pena al pequeño Tiny Tim, que sonreía a pesar de todo.
"¡Hay esperanza!" - exclamó el fantasma.
El día pasó y llegó el tercer fantasma, el del futuro. Era oscuro y misterioso, el silencio lo rodeaba.
"Ven” - dijo el espíritu señalando una tumba. Scrooge sintió miedo, al ver su propia lápida con su nombre.
"¿Es esto mi destino?" - preguntó, angustiado.
"Si no cambias, es lo que te espera" - le respondió el fantasma.
Despertó en su cama, sudando y agitado. Era Navidad.
"¡Estoy vivo!" - gritó emocionado.
Salió corriendo a la calle, lleno de alegría.
"¡Feliz Navidad a todos!" - exclamó, abrazando a los desconocidos.
Entró a la panadería.
"¡Quiero comprar todos los pasteles!" - dijo al dueño.
"¿Para quién, Sr. Scrooge?" - le preguntó sorprendido.
"¡Para todos! ¡Es una Navidad para compartir!" - respondió emocionado.
Con cada gesto amable, Scrooge tocó muchos corazones.
"¡Feliz Navidad, Tiny Tim!" - lo saludó al llegar a la casa de los Cratchit.
"¿Cómo saben mi nombre?" - preguntó Tiny Tim, sus ojos brillando de sorpresa.
"He traído regalos y alegría para todos ustedes" - Scrooge sonrió.
Desde aquel día, el señor Scrooge se volvió el más querido del pueblo. Aprendió que la verdadera riqueza se encuentra en compartir amor y alegría con los demás. Y así, la Navidad iluminó su corazón para siempre.
FIN.