Sé tú mismo
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una maestra llamada Cindy que estaba muy emocionada por enseñarles a sus alumnos sobre la importancia de la identidad y el respeto hacia los demás.
Un día soleado, en el aula colorida y llena de risas, Cindy reunió a todos los niños alrededor de ella. Con una sonrisa cálida les dijo: "Hoy vamos a hablar sobre lo que nos hace únicos y especiales.
Cada uno de ustedes tiene algo maravilloso que los distingue, ¿qué creen que es?"Los niños se miraron unos a otros con curiosidad, hasta que Mateo levantó la mano y dijo: "¡Mis ojos son verdes como el pasto!" Todos rieron emocionados ante su respuesta.
"¡Exactamente Mateo! Tus ojos verdes te hacen único", exclamó Cindy animada.
Luego, señalando a Sofía le preguntó: "¿Y tú Sofía? ¿Qué crees que te hace especial?"Sofía pensativa respondió: "¡Yo sé cantar muy bien!" "¡Eso es genial Sofía! Tu talento para cantar es algo único en ti", elogió Cindy con alegría. Así, uno a uno, los niños fueron compartiendo las cosas que los hacían diferentes y especiales.
Desde gustos por deportes hasta habilidades artísticas, todos descubrieron lo maravilloso que era ser ellos mismos. Pero justo cuando la clase estaba llegando a su fin, entró corriendo al aula un niño nuevo llamado Juan. Tenía la mirada triste y parecía avergonzado.
Cindy se acercó amablemente y le preguntó: "Juan, ¿te gustaría compartir con nosotros qué te hace especial?" Juan dudó por un momento pero finalmente respondió en voz baja: "No sé... no soy bueno en nada.
"Los demás niños lo miraron sorprendidos y algunos comenzaron a murmurar entre ellos. Sin embargo, Cindy mantuvo su calma y sonriendo le dijo a Juan: "Todos tenemos algo único dentro de nosotros. A veces solo necesitamos tiempo para descubrirlo.
"Luego propuso un juego donde cada niño escribiría en un papel anónimo una cualidad positiva sobre Juan. Uno por uno fueron pasando los papeles hasta llegar a él. Al abrirlos vio frases como "Eres amable", "Tienes una gran sonrisa" o "Siempre estás dispuesto ayudar".
Sus ojos se iluminaron al darse cuenta de cuánto valor tenían para sus compañeros. "¿Ves Juan? Tú eres especial tal como eres", afirmó Cindy con ternura.
Desde ese día, Juan empezó a participar más activamente en clase y poco a poco fue descubriendo sus talentos ocultos. Los demás niños aprendieron la importancia de aceptarse mutuamente y celebrar las diferencias.
Así, gracias al amoroso corazón de Cindy y la valentía de Juan para descubrirse a sí mismo, todos comprendieron que la verdadera magia radica en ser auténticos y respetuosos unos con otros.
FIN.