Sebastián y los guardianes prehistóricos



Había una vez un niño llamado Sebastián, a quien le encantaban los dinosaurios. Tenía una colección impresionante de juguetes de dinosaurios y pasaba horas jugando con ellos en su habitación. Sebastián era un niño muy juguetón y travieso.

Siempre estaba inventando nuevas aventuras para sus dinosaurios y no paraba quieto ni un segundo. Sin embargo, tenía un gran miedo que lo atormentaba todas las noches: le temía a la oscuridad.

Cada noche, cuando llegaba la hora de dormir, Sebastián se metía en la cama y empezaba a sentir cómo el miedo se apoderaba de él. Cerraba los ojos fuertemente, pero no podía evitar imaginar sombras extrañas en su habitación que lo asustaban aún más.

Una noche, cansado de sentir tanto miedo, Sebastián decidió hablar con sus padres sobre su problema. Ellos lo escucharon atentamente y le dijeron que entendían cómo se sentía.

Juntos, buscaron una solución para ayudarlo a superar su miedo a la oscuridad. "¿Qué te parece si buscamos una linterna súper poderosa que ilumine toda tu habitación?", sugirió su mamá. "¡Sí! Y podrías tener a tus dinosaurios como guardianes mientras duermes", agregó su papá.

Sebastián sonrió emocionado con esas ideas y al día siguiente fueron juntos a comprar una linterna especial que brillaba muy fuerte. Esa misma noche, antes de acostarse, colocaron la linterna en su mesita de luz y posicionaron todos sus dinosaurios alrededor de la cama.

"Ahora estarás protegido por tus amigos prehistóricos", dijo papá con una sonrisa. Sebastián se metió en la cama sintiéndose valiente y seguro. Encendió la linterna y vio cómo las sombras desaparecían poco a poco.

Con cada dinosaurio alumbrando un rincón diferente de la habitación, ya no parecía tan oscuro ni tan amenazante. Esa noche fue diferente para Sebastián. Aunque seguía teniendo un poco de miedo, se sentía acompañado por sus fieles amigos jurásicos.

Poco a poco fue perdiendo el temor a la oscuridad y logró conciliar el sueño plácidamente.

Con el paso de las noches, Sebastián se fue acostumbrando cada vez más a dormir sin miedo gracias a sus compañeros dinosaurios y su fiel linterna súper poderosa. Ya no necesitaba encenderla todas las noches porque sabía que siempre podía confiar en ellos para protegerlo.

Así, Sebastián aprendió que enfrentar nuestros miedos con valentía y rodearnos de aquellos que nos hacen sentir seguros puede ayudarnos a superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino hacia los sueños más increíbles e inimaginables.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!