Seik, el pequeño artista del Paleolítico



Hace muchísimos años, en una cueva del Paleolítico, vivía un niño llamado Seik. Desde muy pequeño, Seik tenía un don especial: le encantaba dibujar y pintar en las paredes de la cueva. Utilizaba los colores naturales que encontraba a su alrededor para plasmar en las rocas las escenas de animales y su vida en la tribu. Pero había un problema, los ancianos de la tribu no entendían la pasión de Seik por el arte. "Seik, deja de perder el tiempo con esas tonterías y únete a la caza como los demás niños", le decían.

A pesar de las negativas, Seik no perdía la esperanza. Un día, durante una caminata por el bosque, Seik encontró a una anciana muy sabia que le dijo: "No dejes que nadie apague tu llama interior, sigue persiguiendo tus sueños". Con las palabras de la anciana en su corazón, Seik decidió buscar una solución.

Entonces, Seik tuvo una brillante idea. Preparó una muestra de su arte en la cueva más escondida de la montaña y llevó a los ancianos a visitarla. Al entrar, quedaron asombrados por la belleza de las pinturas. Seik les explicó que podía plasmar la historia de la tribu en las rocas para que las generaciones futuras pudieran verla.

Los ancianos, emocionados por la idea de dejar un legado para sus descendientes, apoyaron a Seik para que continuara con su arte. A partir de ese día, Seik se convirtió en el primer artista oficial de la tribu. Pintó las paredes de la cueva con hermosas escenas de caza, bailes y celebraciones, convirtiéndose en un tesoro para su tribu y un orgullo para su familia.

Seik demostró que con determinación y valentía, se pueden superar los obstáculos y cumplir los sueños, incluso en tiempos difíciles. Su pasión por el arte llevó a su tribu a reconocer la importancia de conservar su historia y tradiciones de una manera única y hermosa.

FIN.

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