Semáforos Amigos
Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un pequeño peatón llamado Clemente. Clemente era muy responsable y siempre esperaba pacientemente en la esquina a que el semáforo se pusiera en verde para poder cruzar la calle.
Un día, mientras caminaba hacia su escuela, Clemente se encontró con sus amigos Juanito y Carlitos. Los tres estaban emocionados porque iban a participar en una importante competencia de atletismo escolar. - ¡Hola amigos! - exclamó Clemente con alegría.
- Hola Clemente - respondieron Juanito y Carlitos al unísono. - ¿Están listos para ganar la carrera? - preguntó entusiasmado.
Pero justo cuando estaban por llegar al cruce de calles donde debían separarse para ir a sus respectivas casas, el semáforo cambió a rojo. Los tres niños se detuvieron y miraron ansiosos cómo los autos pasaban rápidamente frente a ellos. - ¡Qué mala suerte! - dijo Juanito decepcionado.
- No podemos cruzar hasta que el semáforo cambie a verde - agregó Carlitos resignado. Sin embargo, Clemente tuvo una idea brillante. Recordando las lecciones de seguridad vial que había aprendido en la escuela, decidió buscar una solución ingeniosa.
- Chicos, ¿qué tal si nos convertimos en semáforos humanos? - propuso con entusiasmo. - ¿En qué consistiría eso? - preguntaron curiosos sus amigos.
Clemente explicó su plan: cada uno se pararía estratégicamente en una esquina del cruce de calles y levantaría los brazos en forma de —"X" cuando un auto se acercara, indicando a los conductores que debían detenerse. Cuando el semáforo cambiara a verde, ellos cambiarían su posición y dejarían pasar a los autos. Los tres amigos se organizaron rápidamente y comenzaron a poner en práctica su plan.
Pronto, los conductores notaron la valiosa ayuda de estos pequeños semáforos humanos y comenzaron a respetar sus señales. - ¡Espero que el semáforo cambie pronto! - exclamó Juanito mientras sostenía sus brazos en forma de —"X" . - Tranquilo, Juanito.
Estamos haciendo una gran labor ayudando a nuestros vecinos - respondió Clemente con una sonrisa en su rostro. Finalmente, después de unos minutos interminables, el semáforo cambió a verde.
Los niños rápidamente cambiaron su posición y permitieron que los autos cruzaran la calle. - ¡Lo logramos! - gritó Carlitos emocionado. - Sí, somos unos verdaderos héroes viales - agregó Clemente orgulloso.
Desde ese día, Clemente, Juanito y Carlitos se convirtieron en famosos por ser los peatones más responsables y solidarios de la ciudad. Su historia inspiró a muchos otros niños a seguir su ejemplo y ser conscientes de la importancia de respetar las normas de seguridad vial.
Y así fue como Clemente demostró que incluso cuando parece haber un obstáculo en nuestro camino, siempre podemos encontrar una solución creativa para superarlo.
FIN.