Serafín, el bailarín atlético
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Deportiva, un niño llamado Serafín Serafin.
Serafín era conocido por ser muy atlético y destacarse en todos los deportes que practicaba, pero a pesar de su habilidad, no sentía la misma pasión por ellos como el resto de los niños. Un día, mientras paseaba por el centro del pueblo, Serafín escuchó música proveniente de un teatro.
Curioso, decidió entrar y lo que vio lo dejó maravillado: era un grupo de bailarines realizando un elegante vals. Los movimientos gráciles y la armonía de la danza capturaron por completo el corazón de Serafín. Desde ese momento, Serafín supo que quería ser bailarín.
Emocionado, corrió a casa para contarle a su madre sobre su nueva pasión. "-¡Mamá, mamá! ¡Quiero ser bailarín!", exclamó Serafín con entusiasmo. Su madre lo miró sorprendida y luego soltó una risa.
"-¡Pero si eso es cosa de chicas, Serafín! Los chicos deberían dedicarse al fútbol o al básquet", le respondió con una sonrisa burlona. Serafín se sintió desanimado al principio, pero luego recordó lo mucho que disfrutaba bailando en secreto cuando estaba solo en su habitación.
Decidió seguir su sueño sin importar las expectativas de los demás. Así que todas las tardes después de la escuela, Serafín se dirigía al teatro donde vio por primera vez el vals y practicaba ballet en secreto.
A medida que pasaban los días, mejoraba sus movimientos y ganaba confianza en sí mismo. Un día, el director del teatro notó a Serafín practicando y quedó impresionado por su talento natural. Le ofreció la oportunidad de participar en una presentación especial junto a otros bailarines profesionales.
Serafín estaba emocionado y nervioso al mismo tiempo. Pero sabía que este era su momento para brillar. El día del espectáculo finalmente llegó y Serafín subió al escenario con gracia y determinación.
La música comenzó a sonar y Serafín dejó que su cuerpo se expresara a través de la danza. Sus movimientos eran fluidos y llenos de emoción; había encontrado su verdadera pasión en el ballet. Al finalizar la presentación, el público estalló en aplausos y ovaciones.
Su madre estaba entre ellos, con lágrimas en los ojos y una sonrisa orgullosa en el rostro. "-¡Eres increíble, hijo! Perdón por dudar de ti", le dijo su madre mientras lo abrazaba con fuerza.
Desde ese día en adelante, Bailarín Serafín Serafin siguió persiguiendo su sueño como bailarín profesional sin preocuparse por los estereotipos de género ni las expectativas sociales.
Aprendió que lo importante es seguir tu corazón y creer en ti mismo para alcanzar tus metas más grandes.
FIN.