Seraphina y el dragón benevolente



En el reino de Cristallia, la valiente princesa Seraphina se enfrentó al desafío más grande de su vida: el temido dragón Draconis. Aterrorizado por sus rugidos y su aliento de fuego, el pueblo vivía constantemente atemorizado. Seraphina, con su determinación y compasión, decidió abordar el problema de una manera distinta a la habitual. En lugar de buscar el combate, decidió acercarse al dragón con un corazón abierto.

—¡Draconis, temido y poderoso! —exclamó Seraphina, parada ante la entrada de la cueva del dragón—. He venido a entender tu ira y tu anhelo de oro.

El dragón, sorprendido por la valentía de la princesa, salió de la cueva con curiosidad. Sus ojos amarillos brillaban con una mezcla de intriga y desconfianza.

—¿Qué quieres, humana? ¿Acaso te has atrevido a desafiarme? —gruñó el dragón, mientras su cola se agitaba inquieta.

—No he venido a enfrentarte, sino a entenderte —respondió Seraphina con calma, manteniendo su mirada firme—. Me pregunto si detrás de tu apariencia temible y tu tesoro de oro, hay algo más que el pueblo no sabe.

El dragón frunció el ceño, confundido por la actitud compasiva de la princesa. Luego, con un suspiro, admitió:

—Anhelo compañía y conocimiento tanto como el oro que guardo. Pero todos me temen, y nadie ha intentado comprenderme jamás.

Seraphina se acercó con amabilidad hacia el dragón y dijo:

—Entonces déjame ser la primera en intentarlo. Permíteme ser tu amiga y compartir contigo todo lo que he aprendido.

El dragón, emocionado por la posibilidad de tener finalmente compañía, aceptó la propuesta de Seraphina. Juntos, pasaron días conversando sobre las maravillas del reino, la historia de sus habitantes y los secretos de la naturaleza. El dragón, que antes era temido por todos, se convirtió en un guardián sabio y benevolente. La princesa y el dragón se convirtieron en inseparables, trabajando juntos para proteger y enriquecer su reino.

La valentía y compasión de Seraphina demostraron que, a veces, enfrentar los desafíos con empatía y entendimiento puede llevar a resultados mucho más poderosos que la confrontación. El arrojo de la princesa no solo cambió la vida del dragón, sino que también transformó la percepción del pueblo sobre aquello que antes tanto temían.

FIN.

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