Serch, el aventurero mamoncito


Serch era un pequeño mamoncito que vivía en un hermoso árbol de mandarinas en un jardín muy especial. A diferencia de los demás mamoncitos, a Serch le gustaba ser un poquito mamoncito.

Siempre pensaba que era el mejor y que nadie podía superarlo en nada. Un día, Serch decidió salir a explorar el jardín, convencido de que encontraría algo sorprendente que demostraría su superioridad. Al caminar entre las hojas secas, se encontró con un simpático gusano llamado Americo.

"Hola, soy Americo. ¿Te gustaría jugar conmigo?".- le preguntó el gusano con entusiasmo. Serch lo miró con desdén y respondió: "No, yo no juego con gusanos. Yo soy un mamoncito muy especial y tengo cosas más importantes que hacer".-

Sin embargo, mientras seguía su camino, Serch escuchó unos murmullos que provenían de un hermoso rosal. Al acercarse, descubrió a Mercedes, una mariposa muy colorida, que estaba intentando desplegar sus alas. "Hola, ¿puedo ayudarte en algo?".- preguntó Serch con una sonrisa arrogante.

"Sí, por favor. Estoy intentando volar, pero mis alas están un poco rígidas. ¿Podrías ayudarme a estirarlas?".- respondió Mercedes con amabilidad. Sin dudarlo, Serch se acercó y comenzó a estirar las alas de Mercedes, quien sonreía agradecida.

Por fin, tras un rato de esfuerzo, las alas se desplegaron hermosas y brillantes. "¡Gracias, Serch! Ahora puedo volar y conocer todo el jardín. Serás mi amigo para siempre".- exclamó la mariposa, emocionada.

Serch no podía creer lo feliz que se sentía al haber ayudado a alguien. Desde ese día, Serch se dio cuenta de que ser amable y humilde era mucho más importante que ser mamoncito. Aprendió a valorar la amistad y vivió muchas aventuras junto a sus nuevos amigos.

Y así, Serch el mamoncito descubrió que la verdadera grandeza está en el corazón.

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