Sergio Andrés y la pelota de baloncesto



Sergio Andrés era un joven estudiante de 18 años que tenía un sueño enorme: quería ser médico cirujano. Estudiaba en la Universidad Benito Juárez de San Sebastián Zinacatepec, Puebla, y se esforzaba al máximo en todas sus clases.

Un día, mientras estaba en el aula de la universidad, se encontró con una pelota de baloncesto que había quedado olvidada. Sergio, curioso, la tomó en sus manos y sintió la tentación de jugar un rato con ella.

Aunque al principio dudó, finalmente decidió darle unos cuantos pases contra la pared. Para su sorpresa, se dio cuenta de que se divertía mucho y además se sentía más relajado.

Poco a poco, fue descubriendo que jugar con la pelota le ayudaba a liberar el estrés y a despejar su mente. Decidió llevar la pelota consigo a todas partes, y antes de comenzar a estudiar, se tomaba unos minutos para darle unos cuantos tiros a la canasta del patio.

Pronto, se dio cuenta de que no solo mejoraba en el baloncesto, sino que también su rendimiento académico estaba en ascenso. La actividad física le proporcionaba energía y enfoque, lo que le permitía estudiar con más concentración.

Finalmente, Sergio logró graduarse como médico cirujano, y siempre recordaba con cariño cómo aquel encuentro con la pelota de baloncesto había cambiado su vida para siempre.

FIN.

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