Sergio y el Misterioso Mundo de las Backrooms



Érase una vez, en un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Sergio. Era un chico curioso y valiente, siempre listo para aventurarse en lo desconocido. Un día, mientras paseaba por un parque, se topó con una puerta antigua y misteriosa que nunca había visto antes. El sol brillaba y el viento soplaba suavemente, pero esa puerta parecía tener su propia historia.

"¿Qué habrá detrás de esta puerta?" - se preguntó Sergio, mientras miraba a su alrededor, asegurándose de que nadie le estuviera mirando. Con una mezcla de emoción y nerviosismo, empujó la puerta y, para su sorpresa, se abrió con un chirrido.

Al cruzar el umbral, se encontró en un vasto y extraño mundo. Era un lugar interminable con paredes amarillas, luces parpadeantes y un suelo de alfombra suave que absorbía casi todos los sonidos.

"¿Dónde estoy?" - murmuró Sergio, sintiendo que su emoción se transformaba en inquietud.

A medida que caminaba, comenzó a escuchar ecos de risas y murmullos a lo lejos. Decidido a investigar, siguió los sonidos y pronto se topó con un grupo de criaturas adorables. Eran criaturas peludas con ojos grandes y brillantes, que parecían tan curiosos como él. Uno de ellos, con un pelaje de color azul, se acercó y le dijo:

"¡Hola! Soy Bolita. Bienvenido al mundo de las Backrooms. Aquí hacemos amigos y exploramos juntos. ¿Quieres unirte a nosotros?"

Sergio sonrió, aliviado de encontrarse en compañía.

"¡Sí, quiero!"

Bolita y sus amigos lo llevaron a recorrer el lugar. Mientras caminaban, Sergio aprendió sobre la historia de las Backrooms, un mundo lleno de aventuras y desafíos, pero también de lecciones importantes.

"Aquí hay que ser valiente, pero también hay que pensar con cabeza. A veces, la curiosidad puede llevarte a lugares inesperados, así que es importante estar siempre atento y cuidar de tus amigos", explicó Bolita mientras caminaban.

Sergio notó que, a pesar de ser un lugar fascinante, también había algunas partes del mundo en las que la oscuridad parecía acechar. En un momento, entraron en un pasillo oscuro que parecía nunca acabar.

"¿Y si nos perdemos?" - preguntó Sergio, empezando a sentirse incómodo.

"No te preocupes. Solo recuerda seguir el sonido de nuestras voces y no te alejes demasiado. Siempre volvemos a reunirnos", le respondió un pequeño conejo que lo acompañaba.

Sin embargo, cuando Sergio se emocionó y decidió explorar un poco más, se dio cuenta de que se había alejado demasiado del grupo. Mirando a su alrededor, solo veía paredes iguales y un silencio inquietante.

"¿Chicos?" - gritó, pero solo escuchó un eco lejano.

Asustado, recordó las palabras de Bolita. También recordó que, aunque la curiosidad era importante, el cuidado y la precaución eran aún más relevantes. Así que decidió quedarse quieto y escuchar. Luego, a lo lejos, pudo detectar el eco de las voces de sus nuevos amigos y se dirigió hacia ellas.

"¡Sergio!" - gritaron al verlo. "Te estábamos buscando. Nunca te alejes así. Siempre es mejor ir juntos."

Sergio, aliviado, se unió nuevamente a sus amigos, prometiendo ser más cuidadoso.

Al final del día, después de explorar y jugar, Bolita se acercó a él:

"Sergio, hoy aprendiste algo maravilloso, ¿no? A veces la aventura puede llevarnos a momentos sorprendentes, pero siempre es bueno recordar la importancia de la amistad y la precaución."

Sergio sonrió, feliz de haber hecho nuevos amigos y de haber aprendido una valiosa lección. Cuando finalmente regresó a la puerta que lo llevó a las Backrooms, sintió que era el momento de volver a casa, pero también sabía que siempre podía regresar a este mágico mundo. Pasó por la puerta y, al salir, se encontró nuevamente en el parque, el sol brillando intensamente, y una sonrisa en su rostro.

Desde entonces, Sergio nunca olvidó su aventura. Cada vez que veía la puerta misteriosa, recordaba a Bolita y sus amigos, y cómo la valentía y la amistad pueden llevarte a lugares increíbles, siempre y cuando mantengas la cabeza fría y cuides de quienes te rodean.

FIN.

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