Serpiente y su Respiración



En lo profundo de la selva, vivía una serpiente llamada Serpiente. Era una culebra muy hermosa, con escamas brillantes que reflejaban el sol cada vez que se deslizaba por el suelo. Pero había algo que la hacía diferente a las demás serpientes: Serpiente tenía un pequeño problema con su respiración.

-Mi madre siempre dice que debo respirar profundo,- murmuraba Serpiente mientras se enroscaba alrededor de una rama.

A Serpiente le costaba trabajo inhalar y exhalar de manera tranquila y relajada. En lugar de eso, siempre tomaba respiraciones rápidas y entrecortadas. Esto la hacía sentir nerviosa y, a menudo, le dificultaba disfrutar de los bellos paisajes de la selva.

Un día, mientras exploraba cerca de un lago, se encontró con una tortuga llamada Toby. Toby estaba tomando el sol, con su caparazón brillante resplandeciendo bajo el calor del sol. Cuando Serpiente se acercó, Toby la miró y sonrió.

-Hola, Serpiente. ¿Por qué pareces tan inquieta? ,- le preguntó Toby.

-Es que tengo problemas para respirar, y no puedo disfrutar de la belleza de la selva,- respondió Serpiente, haciendo un gesto con su cola.

-¿Te gustaría que te enseñe a respirar como lo hago yo? ,- preguntó Toby con curiosidad.

-¿De verdad podrías ayudarme? ,- inquirió Serpiente, sus ojos brillando de esperanza.

-Sí. Pero primero, tienes que prometerme que no te tendrás miedo,- dijo Toby, sonriendo.

Serpiente asintió con la cabeza. Toby se acomodó, cerró sus ojos y comenzó a inhalar lenta y profundamente. Su pancita se expandió como un globo.

-Intenta imitarme. Inhala por la nariz... uno, dos, tres… ahora exhala por la boca… uno, dos, tres,- enseñó Toby.

Serpiente cerró los ojos y lo intentó, pero al principio, no pudo. Su cuerpo se sentía tenso y sus escamas comenzaron a brillar un poco menos.

-Está bien, no te desanimes. Practicaremos juntos.,- lo alentó Toby.

Así, durante varios días, las dos amigas practicaron juntas la respiración. Serpiente se sentía más relajada cada vez que lo intentaba, aunque a veces se frustraba.

-Y si no puedo lograrlo, ¿qué haré? ,- le preguntó Serpiente un día, con temor en su voz.

-Piensa en las cosas que más amas. La selva, el lago, las flores que crecen bajo el sol. Eso te ayudará,- respondió Toby con una sonrisa amable.

La semana siguiente, mientras practicaban, escucharon un ruido fuerte. Era una pequeña ardilla llamada Luna que había caído de un árbol.

-¡Ayuda! ,- gritó Luna, mientras intentaba levantarse.

Rápidamente, Serpiente se deslizó hacia ella.

-No te preocupes, estoy aquí,- dijo Serpiente con su voz más calmada. Recordó lo que había aprendido sobre la respiración, y antes de ayudar a Luna, tomó una respiración profunda.

-Recuerda, inhala… uno, dos, tres… exhala… uno, dos, tres,- le recordó Toby.

Serpiente sintió como su cuerpo se llenaba de energía y se sintió confiada. Con cuidado, extendió su cuerpo y ayudó a Luna a levantarse.

-¡Gracias, Serpiente! Eres muy amable,- dijo Luna con una sonrisa de gratitud.

Cuando el día terminó, Serpiente se dio cuenta de que ya no tenía miedo de respirar. Había enfrentado un desafío y había ayudado a un amigo.

-¡Lo hiciste! ¡Has respirado sabiendo que podías ser de ayuda! ,- exclamó Toby, mientras ambos se reían.

Desde entonces, Serpiente siempre recordaba respirar profundamente cuando se sentía nerviosa. Ya no veía su problema como algo malo, sino como una oportunidad para aprender y ayudar a los demás.

-Gracias, Toby. Aprendí que la respiración no solo me calma, sino que también me permite ser la mejor amiga que puedo ser,- dijo Serpiente con alegría.

Y así, nuestra amiga Serpiente continuó explorando la selva, viviendo nuevos momentos con su respiración tranquila y su corazón lleno de alegría, dispuesta a enfrentar cualquier desafío con confianza y amor por todos sus amigos.

Fin.

FIN.

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