Sharon y el Viaje a Puno



Era un día soleado en el barrio de Sharon. Ella, una niña de 7 años que amaba hacer preguntas y jugar con sus hermanos, estaba sentada en el jardín, con su imaginación volando.

"¿Sabías que en Puno hay un lago gigante llamado Titicaca?" - preguntó Javier, su hermano mayor, mientras le mostraba un mapa.

"¿Es tan grande como mi miedo a quedarme sola?" - contestó Sharon, con sus ojos brillantes de curiosidad.

"¡Ya voy a llevarte!" - dijo su hermano con una sonrisa.

"Y yo quiero ir a Tarata, ¡donde están las montañas!" - agregó Sofía, la hermana menor.

Sharon se levantó de un salto.

"¿Vamos a conocer esos lugares?"

"Tal vez, algún día", respondió su papá, quien escuchaba desde la puerta. "Pero primero, necesitamos ahorrar un poco de dinero para el viaje. ¡Y actualizar todos nuestros pasaportes!"

Con una meta en mente, los hermanos decidieron hacer un pequeño negocio de venta de limonadas. No solo querían viajar, sino también aprender a trabajar juntos y comunicarse.

Cada día, después de la escuela, se ponían de acuerdo sobre el horario y el lugar para vender sus limonadas.

"¿Y si un día me quedo sola aquí?" - preguntó Sharon, con un leve temblor en su voz.

"No vas a estar sola nunca, siempre estaré a tu lado" - le prometió su hermano Javier.

"¡Y yo también!" - agregó Sofía con entusiasmo.

Hicieron carteles coloridos y comenzaron a recibir clientes en la esquina del barrio. La sorpresa fue que vendieron más limonadas de lo que esperaban.

"¡Estamos logrando ahorrar!" - gritó Sofía.

"Uno más y podremos ir a Puno para conocer esas maravillas" - dijo Javier, entusiasmado.

Una tarde, mientras contaban las monedas ahorradas, un vecino se les acercó.

"Muy bien, chicos. Los he visto trabajar duro. ¿Qué quieren hacer con el dinero?" - preguntó el hombre.

"Nos queremos ir a Puno y Tarata!" - respondió Sharon.

"¡Ah! Entonces también deben aprender sobre responsabilidad. ¿Quieren que les cuente sobre mi viaje a Puno?" - dijo el hombre, sonriendo.

Sus ojos se iluminaron al escuchar la historia. "Claro, por favor, cuéntanos" - pidió Sofía, sin poder contener su emoción.

Así, el hombre les habló de la belleza del lago Titicaca, y las leyendas que lo rodeaban, mientras los niños se sentaban a su alrededor, completamente cautivados.

Un día, mientras jugaban en el parque, decidieron hacer una cueva improvisada con ramas y hojas.

"¡Es nuestra fortaleza!" - exclamó Sofía.

"Y yo puedo ser la guardia de la entrada" - dijo Sharon con voz firme.

"Y yo el explorador que busca tesoros en el lago Titicaca" - añadió Javier.

De repente, una ráfaga de viento hizo que una hoja se volara y aterrizara en la cara de Sharon. Se asustó y dio un paso atrás.

"¡Puede ser un animal feroz! ¡Ayuda!" - gritó. Entre risas y bromas, sus hermanos le hicieron ver que no había nada que temer.

"Todo es parte de la aventura, Sharon. ¡A veces, hasta los sustos hacen que sea más emocionante!" - dijo Javier.

Continuaron jugando, y a medida que pasaban los días, cada uno compartía sus sueños de aventura. Sharon, con su valiente alma, continuó explorando sus miedos y aprendió que el apoyo de sus hermanos era importante.

"Cuando sea policía, tendré que cuidar a otros, igual que ustedes me cuidan a mí" - dijo ella un día.

"Y yo estaré ahí para ayudar" - le prometió su mamá, quien las estaba escuchando.

Finalmente, tras semanas de esfuerzo, lograron juntar suficiente dinero.

"¡Estamos listos!" - dijo Sofía, saltando de felicidad.

"¿Nos ayudan a contarles a nuestros abuelos de nuestros planes?" - preguntó Sharon, sintiéndose cada vez más segura.

La familia se reunió una noche para contarles sobre su idea de viajar a Puno y Tarata.

"Estamos muy orgullosos de ustedes, pero no se olviden de disfrutar del viaje con el corazón abierto y aprender todo lo que puedan" - agregó su abuelo.

Con el tiempo y después de muchas aventuras juntos, Sharon aprendió que la valentía no está en no sentir miedo, sino en enfrentarlo.

Un día, al mirar las fotos del viaje, la niña sonrió y recordó las historias de amor que todos compartieron.

"Puedo ser policía y también una exploradora" - dijo con determinación.

Y así, Sharon siguió su camino, curiosa y valiente, llevando consigo el amor de su familia a cada paso.

FIN.

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