Sheree y la Fiesta de los Colores
Había una vez, en un colorido bosque, una mapache llamada Sheree. Era muy conocida por su curiosidad y su amor por el arte. Un día, mientras exploraba su hogar, encontró un viejo pincel y un lienzo en blanco. Emocionada, decidió pintar una hermosa obra que reflejara la belleza del bosque.
-Si mezclo estos colores, seguro que puedo crear algo increíble -dijo Sheree mientras jugaba con los tubos de pintura.
Sin embargo, cuando empezó a pintar, se dio cuenta de que había olvidado los colores principales. Su lienzo era un gran espacio blanco.
-Oh, no tengo colores suficientes -se lamentó Sheree, con su patita en la cabeza.
Pero justo en ese momento, apareció Julius Jr., un pequeño y divertido oso que siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos.
-¿Qué te pasa, Sheree? -preguntó Julius Jr. asomándose.
-No tengo colores para pintar esta obra maestra -respondió Sheree, señalando su lienzo en blanco.
-Pero, ¿por qué no vas a buscar los colores en el bosque? -sugirió Julius Jr. -Hay flores, frutas y hojas que pueden tener colores maravillosos.
Sheree se iluminó.
-¡Tienes razón! -exclamó. -Voy a buscar colores por todas partes. ¡Gracias, Julius!
Juntos, se embarcaron en una emocionante búsqueda. Recorrieron el bosque, recolectando flores de todos los colores: rojas, amarillas, azules y hasta lilas. Encontraron frutas frescas y jugosas que, al aplastarlas, les daban un hermoso color. Mientras recolectaban, cada uno compartía sus ideas sobre lo que podrían pintar con los colores que encontraban.
-¿Y si pintamos un arcoíris gigante que cruce todo el bosque? -propuso Julius Jr.
-¡Sí! ¡Y también debemos poner muchos animales felices bailando bajo él! -dijo Sheree, llena de entusiasmo.
Una y otra vez, los amigos se animaban el uno al otro, aprendiendo que la creatividad no tiene límites y que siempre hay que compartir ideas. Pero cuando finalmente regresaron al lugar donde había dejado el lienzo, se dieron cuenta de que algo increíble había sucedido: ¡el lienzo había desaparecido!
-¿Dónde estará mi lienzo? -preguntó Sheree, mirando a todos lados, mientras empezaba a preocuparse.
-Vamos a buscarlo -exclamó Julius, con valentía. -Tal vez alguien más lo encontró.
Y así, comenzaron a preguntar a los demás animales del bosque. Preguntaron a Lila la Liebre, a Tito el Tortuga y a Gato Gilly. Todos los amigos se unieron a la búsqueda, y poco a poco, todos empezaron a notar cosas curiosas.
-¡Miren! -gritó Lila, apuntando hacia un árbol. -¡Lo vi! El lienzo está atado a las ramas de ese gran roble.
-¡Vamos! -dijo Tito, y corrieron hacia el árbol.
Al llegar, descubrieron que un grupo de pajaritos había hecho su nido con el lienzo de Sheree, ¡y lo habían decorado con muchas de las flores que habían traído!
-¡Qué hermoso! -gritó Sheree, con los ojos brillando de felicidad. -Mis colores se han vuelto parte del hogar de los pajaritos.
-Podemos crear nuestro mural aquí, juntos -sugirió Gato Gilly. -Así todos pueden disfrutarlo.
Sheree sonrió. Juntos tomaron el lienzo y comenzaron a pintar en el tronco del gran roble, creando un mural que representaba la alegría, la amistad y la diversidad del bosque.
-Gracias a todos por ayudarme. Aprendí que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de fortaleza -dijo Sheree mientras pintaba.
Cuando terminaron, el mural no solo era un arte colorido, sino también un símbolo de unión en el bosque. Todos los animales se reunieron para admirar la obra y celebraron con una gran fiesta de colores.
Desde entonces, Sheree y Julius Jr. siguieron explorando y creando, recordando siempre que la amistad y la colaboración pueden hacer que cualquier sueño sea posible. ¡Y el lienzo nunca más volvió a estar vacío!
FIN.