Siempre cerca de Martín
Había una vez en una pequeña casa de campo, una familia muy especial. Mamá y papá eran dos personas llenas de amor y ternura que se habían convertido en padres hace poco tiempo.
Su bebé, a quien llamaron Martín, era el centro de sus vidas. Martín era un niño hermoso y travieso. Sus ojos brillaban como dos luceros y su risa era contagiosa.
Desde que llegó al mundo, Mamá y papá se dedicaron por completo a cuidarlo y protegerlo. Todos los días, Mamá preparaba la comida más deliciosa para su bebé mientras Papá jugaba con él en el jardín. Juntos formaban un equipo perfecto para brindarle todo lo que necesitaba.
Una tarde soleada, mientras daban un paseo por el parque cercano a su casa, Mamá notó algo diferente en Martín. No parecía estar tan animado como siempre. Preocupada, decidió llevarlo al médico para asegurarse de que todo estuviera bien.
El doctor examinó a Martín detenidamente y luego le dijo a Mamá y papá: "No hay nada físicamente mal con Martín, pero parece estar triste". Los padres se miraron sorprendidos.
¿Cómo podía ser si ellos lo cuidaban con tanto amor? Decidieron hacer todo lo posible para alegrar a Martín nuevamente. Comenzaron a organizar actividades divertidas todos los días: juegos en el jardín, excursiones al zoológico e incluso fiestas sorpresa solo para él.
Sin embargo, aunque Martín sonreía durante esas actividades especiales, la tristeza volvía cuando regresaban a casa. Mamá y papá estaban desesperados por encontrar una solución.
Un día, mientras Mamá leía un libro sobre crianza de hijos, encontró algo que llamó su atención: "Los niños necesitan tiempo de calidad con sus padres". Era justo lo que necesitaban. A partir de ese momento, Mamá y papá decidieron dedicar cada día un tiempo exclusivo para Martín. Durante ese rato, no había distracciones ni preocupaciones.
Solo ellos tres juntos disfrutando el uno del otro. Martín comenzó a sentirse feliz nuevamente. Los días se llenaron de risas y juegos. Mamá y papá descubrieron que la clave estaba en estar realmente presentes en la vida de su hijo.
Pero la historia no termina aquí. Una noche, Martín tuvo una pesadilla y despertó llorando desconsoladamente. Mamá y papá acudieron rápidamente a consolarlo. "Tranquilo mi amor, estamos aquí contigo", dijo Mamá mientras lo abrazaba fuerte.
"No tengas miedo pequeño, siempre estaremos para protegerte", agregó Papá acariciándole el cabello. Juntos, los tres se quedaron en la cama hasta que Martín pudo volver a dormir tranquilo.
Ese fue el momento en que comprendieron lo importante que era estar allí para su bebé en todo momento: tanto durante los momentos felices como durante los momentos difíciles. Desde entonces, Mamá y papá siguieron amando incondicionalmente a Martín pero también aprendieron a ser sus compañeros constantes en todas las etapas de su vida.
Y así, esta familia tan especial siguió creciendo y aprendiendo juntos, demostrando que el amor y la dedicación de unos padres pueden hacer una gran diferencia en la vida de un niño.
FIN.