Siete gatos y una misión de rescate


. Todos ellos eran muy diferentes entre sí, pero se llevaban de maravilla.

Había un gato amarillo llamado Pelusa, uno naranja llamado Zanahoria, uno rojo llamado Fuego, uno azul llamado Cielo, uno verde llamado Lima, uno morado llamado Uva y uno rosa llamado Flor. Martina los amaba a todos por igual y les dedicaba mucho tiempo y atención. Les preparaba la comida más deliciosa que podían imaginar y jugaba con ellos todo el día.

Un día, mientras Martina estaba limpiando la casa, escuchó un ruido extraño en el jardín trasero. Al asomarse por la ventana vio a una pequeña tortuga atrapada en una maceta volcada. "¡Oh no! Pobrecita tortuguita" -exclamó Martina-. "Tengo que ayudarla".

Martina corrió hacia el jardín para rescatar a la tortuga. Cuando llegó allí se dio cuenta de que era muy difícil sacarla de la maceta porque su caparazón era demasiado grande.

"Chicos, necesito su ayuda" -les dijo Martina a sus gatos-. "Tenemos que sacar a esta tortuga de aquí". Los gatos se acercaron curiosos a ver qué pasaba y cuando vieron a la tortuga atrapada decidieron ayudar también.

Pelusa intentó empujar la maceta desde abajo mientras Zanahoria mordisqueaba las hojas alrededor del borde de la maceta para hacer espacio para que saliera el caparazón de la tortuga. Fuego usó sus patas para tratar de desenterrar la maceta, mientras Cielo trató de levantarla con su cabeza.

Lima saltaba y hacía piruetas alrededor de la maceta para animar a los demás, Uva trataba de sacar el caparazón con sus dientes y Flor maullaba dulcemente como si estuviera tratando de tranquilizar a la tortuga.

Después de un rato y muchos intentos, finalmente lograron liberar a la tortuga. "¡Lo logramos!" -exclamó Martina-. "Gracias chicos, sin ustedes no lo hubiera conseguido". La tortuga se alejó lentamente hacia el jardín mientras los gatos observaban orgullosos su hazaña.

Desde ese día en adelante, Martina se dio cuenta del gran valor que tenían sus gatos y cómo trabajando juntos podían hacer cosas maravillosas.

A partir de entonces empezó a incluirlos más en su vida cotidiana y siempre les agradeció por estar ahí para ella cuando más los necesitaba. Los gatos también aprendieron una valiosa lección: que trabajando juntos podían lograr grandes cosas.

Y así fue como Pelusa, Zanahoria, Fuego, Cielo, Lima, Uva y Flor se convirtieron en los mejores amigos de Martina para siempre.

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