Sil y el Mono Mágico
En un colorido y soleado día, Sil, una niña curiosa y aventurera, salió a explorar el bosque que estaba detrás de su casa. Estaba decidida a descubrir los secretos de la naturaleza. Con su mochila, llena de golosinas y una lupa, caminó saltando y riendo entre los árboles.
De repente, Sil escuchó un ruido peculiar: "¡Ooo-oo!". Intrigada, siguió el sonido y llegó a un claro donde vio a un mono de pelaje brillante y ojos verdes que brillaban como esmeraldas.
"¡Hola! ¿Quién sos?" - preguntó Sil con una sonrisa.
"¡Soy Miko, el mono mágico!" - respondió el mono, colgando de una rama con gracia.
Sil no podía creerlo. "¡Mágico! ¿En qué sentido?" - preguntó, sus ojos llenos de curiosidad.
"Tengo el poder de hacer que la naturaleza hable y te muestre sus secretos. Pero tengo un desafío para vos", dijo Miko. "Si lográs resolver tres acertijos, te llevaré a una aventura que jamás olvidarás".
Sil, emocionada, aceptó el desafío. Miko comenzó con el primer acertijo:
"Soy un lugar donde el sol nunca se esconde, donde brotan risas y nunca hay desorden. ¿Qué soy?"
Sil pensó un momento y su rostro se iluminó. "¡Un parque!"
Miko sonrió. "Correcto, ¡muy bien!"
El segundo acertijo llegó rápidamente:
"Aunque tengo hojas, no soy un árbol, hay textos en mí, aunque no soy una escuela. ¿Qué soy?"
Sil se rascó la cabeza y después se acordó de un libro que había leído. "¡Un libro!"
"¡Exacto! Vas muy bien hasta ahora, Sil. Solo te queda uno más!" - dijo Miko con emoción.
Luego, el mono mágico le planteó el último acertijo:
"En mí se encuentran historias de antaño, vacío estoy sin una hoja en mano. ¿Quién soy?"
Sil miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en cuestión. "¡Un cuaderno!"
Miko dio un salto de alegría. "¡Lo lograste! Has resuelto mis tres acertijos. Ahora te llevaré a conocer la magia de la naturaleza".
Llenos de alegría, Miko y Sil se adentraron en el bosque. De repente, la vegetación comenzó a cobrar vida. Los árboles murmuraban entre sí, y las flores, que antes parecían inanimadas, empezaron a bailar al ritmo del viento.
"¡Mira, Sil! La naturaleza tiene su propio lenguaje." - Miko le mostró una mariposa que volaba en círculos, dejando un rastro de colores.
Sil no podía creer lo que veían sus ojos. "¿Cómo es posible?" - preguntó al mono.
"Todo en la naturaleza vive en armonía, y si aprendés a escuchar, te contará grandes historias".
Miko llevó a Sil a un arroyo donde las piedras cantaban, y Sil se sentó a escuchar.
"Lo importante es cuidar de ella, Sil. La tierra, el agua y el aire son regalos que deben ser protegidos".
Sil asintió con la cabeza, comprendiendo la responsabilidad que todos compartimos.
"Prometo cuidar siempre de la naturaleza, Miko" - dijo con firmeza.
Al caer la tarde, Miko llevó a Sil de regreso al claro donde se habían encontrado.
"Es hora de que regreses a casa. Pero nunca olvides lo que aprendiste hoy".
Sil sonrió y abrazó a Miko. "Gracias por mostrarme la magia de la naturaleza".
"No hay de qué, Sil. La verdadera magia está en tus acciones" - respondió el mono, guiñando un ojo.
Sil regresó a casa, respirando profundamente el aire fresco y imaginando las historias que aún quedaban por escuchar. Desde ese día, se prometió ser una guardiana de la naturaleza, cuidando y respetando todo lo que la rodeaba. Y así, cada vez que podía, regresaba al bosque, no solo para jugar, sino también para aprender y escuchar las melodías de la naturaleza.
Miko, el mono mágico, se convirtió en su amigo eterno, recordándole siempre que la amistad y el cuidado del planeta son los verdaderos secretos de la vida.
FIN.