Siluetas en la Oscuridad
Era una noche oscura y silenciosa en la habitación de Federico. El niño de cinco años se encontraba en su cama, con los ojos muy abiertos, sintiendo cómo su corazón latía rápido. De repente, vio unas sombras moverse entre la silla y la ventana.
"¿Qué será eso?" pensó Federico, mientras una ola de miedo lo envolvía. Se acomodó bien bajo las sábanas, tratando de hacerse más pequeño, como si eso pudiera protegerlo.
De repente, una voz suave interrumpió el silencio. Era su perro, Lucas, que había entrado sigilosamente en la habitación.
"¿Qué te pasa, Fede?" - preguntó Lucas, moviendo la cola con curiosidad.
"Lucas, ¿viste esas sombras? Creo que hay fantasmas..." - respondió Federico, temblando un poco.
Lucas se acercó y, con su hocico, empujó suavemente las sábanas.
"No hay fantasmas, amigo. Solo son sombras que se forman cuando hay poca luz. ¿Querés que vayamos a investigar juntos?" - dijo Lucas, con voz tranquilizadora.
Federico dudó, pero la idea de tener a su fiel amigo a su lado le dio un poco de valor.
"Está bien, pero ven conmigo, no me dejes solo." - dijo el niño, buscando con la mirada la valentía que necesitaba.
Los dos salieron de la cama, y Lucas llevó a Federico hacia el rincón misterioso. Cuando se acercaron, Federico vio que las sombras no eran más que su abajour, la silla y su propio juguete olvidado, un dinosaurio de peluche.
"Mirá, Fede, no son fantasmas. ¡Es tu dinosaurio!" - explicó Lucas, alegremente.
"¡Es verdad!" - exclamó Federico, aliviado. "Pero, ¿cómo hizo eso?"
"Las luces hacen sombras. Cuando no hay suficiente luz, las cosas pueden verse raras y aterradoras. A veces, podemos imaginar cosas que no son reales." - dijo Lucas, mientras movía su cola.
Federico se agachó y tomó al dinosaurio entre sus manos.
"Gracias, Lucas. ¡Eres el mejor!" - sonrió el niño.
Sintió que el miedo se esfumó y su corazón volvió a la calma. Decidieron regresar a la cama.
"Pero Lucas, si no son fantasmas, ¿qué son las cosas malvadas de las historias?" - preguntó Federico mientras se tapaba con las sábanas nuevamente.
"Las historias de miedo son solo eso, cuentos. A veces, nos ayudan a entender nuestros miedos. Piensa en ellos como aventuras que podemos controlar cuando somos valientes" - contestó Lucas, y luego añadió con un guiño "¡Mucha gente tiene miedo a la oscuridad, Fede! Pero también hay cosas hermosas escondidas en ella.
—¿Como cuáles?" - preguntó Federico intrigado.
"Las estrellas, por ejemplo. En la noche, cuando miramos hacia arriba, podemos ver un montón de estrellas brillando. Esas son las cosas que hacen que la oscuridad no sea tan mala." - dijo Lucas, recordando la noche estrellada que habían contemplado juntos.
"¿Podemos verlas ahora?" - pidió Federico con un brillo en sus ojos.
Lucas sonrió y se llevó a Federico hacia la ventana.
"¡Claro! Solo tenemos que abrir la cortina."
Cuando lo hicieron, una lluvia de estrellas iluminó la noche. Cada punto de luz parecía una pequeña esperanza en la oscuridad.
"¡Guau! ¡Mirá cuántas hay!" - exclamó Federico.
"¿Ves? A veces hay que enfrentarse a lo que nos da miedo para encontrar cosas bellas. Cuando te sientas asustado, recuerda que no está mal pedir ayuda. Siempre hay alguien dispuesto a acompañarte y a mostrarte lo que realmente importa." - explicó Lucas.
Después de disfrutar del espectacular paisaje estrellado, Federico se sintió mucho más tranquilo.
"Gracias, Lucas. Nunca más tendré miedo de la oscuridad. ¡Eres un gran amigo!" - dijo él, abrazando a su perro.
Y así, esa noche, Federico aprendió que la oscuridad no siempre trae miedo; a veces, puede revelar maravillas en las que no habíamos pensado. Con una sonrisa en su rostro, se durmió, con su amigo Lucas a su lado.
FIN.