Simón, el gorila valiente


Había una vez en la selva un gorila llamado Simón. Simón era diferente al resto de los animales debido a su gran tamaño y fuerza. Su cuerpo robusto y sus largos brazos lo hacían destacar entre los demás.

Un día, mientras caminaba por la selva, Simón escuchó risas provenientes de un grupo de monos que estaban jugando cerca de allí. Decidió acercarse para ver qué estaba pasando.

Al llegar, se dio cuenta de que los monos se reían y señalaban hacia él. Se sentía triste y confundido. No entendía por qué se burlaban de él solo por ser diferente. "¡Miren ese gorila gigante! ¡Es tan raro!"- decían los monos entre risas.

Simón intentó ignorarlos y seguir su camino, pero las palabras hirientes le dolían en el corazón. Se preguntaba si siempre sería discriminado por su apariencia. Esa noche, Simón no pudo dormir pensando en lo ocurrido.

Decidió buscar ayuda y fue a hablar con el sabio búho de la selva llamado Don Ramiro. "Don Ramiro, estoy triste porque todos se burlan de mí por ser diferente", dijo Simón con voz entrecortada.

El sabio búho miró al gorila con ternura y le respondió: "Simón, todos somos diferentes en esta vida. La verdadera belleza está en aceptarnos tal como somos". Simón asintió con la cabeza pero aún sentía dudas sobre cómo enfrentar la discriminación que sufría constantemente.

Don Ramiro sonrió sabiamente y le propuso una solución. "Simón, te propongo un desafío. Ve a cada uno de los animales de la selva y pregúntales qué es lo que más les gusta de ti".

El gorila aceptó el reto y comenzó su misión al día siguiente. Primero encontró a Lila, una jirafa elegante y alta. "Lila, ¿qué es lo que más te gusta de mí?", preguntó Simón con timidez.

Lila sonrió y respondió: "Me encanta cómo puedes alcanzar las frutas en lo alto del árbol sin ningún problema. Eres muy valioso para nuestra comunidad". Simón se sintió reconfortado por las palabras de Lila y continuó su camino. Encontró a Pedro, un elefante amigable y compasivo.

"Pedro, ¿qué es lo que más te gusta de mí?", preguntó Simón esperanzado. Pedro levantó su trompa y dijo: "Admiro tu fuerza y tu capacidad para protegernos a todos cuando estamos en peligro. Eres un verdadero héroe".

Las palabras de Pedro llenaron el corazón de Simón de alegría. Siguiendo el consejo del sabio búho, continuó hablando con los demás animales de la selva.

Cada uno tenía algo especial que destacar sobre él: Susana la tortuga apreciaba su paciencia; Lucas el león admiraba su coraje; Marta la mariposa adoraba sus movimientos gráciles; incluso Roberto el ratón valoraba su amabilidad hacia los animales más pequeños. Con cada encuentro, Simón comprendía que ser diferente no era algo malo, sino todo lo contrario.

Su tamaño y fuerza eran cualidades que le permitían ayudar y proteger a los demás. Un día, mientras Simón se encontraba descansando bajo un árbol, los monos que se habían burlado de él anteriormente llegaron corriendo hacia él, asustados.

"¡Simón! ¡Necesitamos tu ayuda! Un incendio está arrasando con nuestro hogar", gritaron desesperados. Sin dudarlo, Simón se levantó y lideró a todos los animales de la selva en la lucha contra el fuego.

Con su fuerza y valentía, logró apagar las llamas y salvar a sus compañeros. A partir de ese día, Simón dejó de ser discriminado por su apariencia. Los animales reconocieron su valor y lo aceptaron como uno más de la comunidad.

La historia de Simón enseñó a todos que el respeto e inclusión son fundamentales para vivir en armonía. Aprendieron que cada uno tiene habilidades únicas que pueden contribuir al bienestar común.

Y así, en la selva reinaba un ambiente donde todos eran valorados por igual, sin importar sus diferencias físicas o habilidades particulares.

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