Simón, the Learning Frog


Había una vez un sapo llamado Simón que vivía en un hermoso estanque rodeado de flores y árboles.

Aunque era muy feliz saltando de hoja en hoja y nadando entre nenúfares, siempre había algo que le llamaba la atención: la escuela. Simón veía a los niños caminar hacia la escuela cada mañana, llevando sus mochilas y sonriendo. Se preguntaba qué aprenderían allí y por qué parecían tan felices al regresar a casa.

Así que decidió que él también quería ir a la escuela.

Un día, mientras todos los demás sapos descansaban bajo el sol, Simón se acercó al profesor búho y le dijo con entusiasmo:-¡Señor Búho! ¡Quiero ir a la escuela! El sabio búho lo miró con cariño y respondió:-Simón, las escuelas son para los niños humanos. No están diseñadas para sapos como tú. Pero Simón no se dio por vencido.

Sabía que si realmente quería asistir a la escuela, tendría que demostrarle al señor Búho su determinación. Así que comenzó a estudiar por su cuenta. Leyó libros sobre matemáticas, ciencias naturales e incluso aprendió algunas palabras en inglés gracias a una rana viajera que encontró en el estanque vecino.

Simón practicaba escribir con su lengua sobre las hojas de loto y resolvía problemas matemáticos saltando de lirio en lirio. Estaba decidido a demostrarle al señor Búho que podía ser un buen alumno.

Un día, mientras Simón estudiaba en su rincón favorito del estanque, escuchó una voz familiar. -¡Simón! ¡Simón! -era su amiga la ranita Lola-.

¡El señor Búho me ha dicho que te está buscando! Simón se apresuró a nadar hasta el árbol donde vivía el búho y lo encontró esperándolo con una sonrisa en su rostro. -Simón, he oído hablar de tu dedicación y esfuerzo por aprender. Aunque no puedo llevarte a la escuela humana, puedo enseñarte algunas cosas aquí mismo.

Desde ese día, el señor Búho se convirtió en el maestro de Simón. Le explicaba sobre los animales del bosque, las constelaciones y cómo contar las estrellas por la noche. Juntos exploraron los secretos de la naturaleza y aprendieron muchas cosas nuevas.

A medida que pasaba el tiempo, los demás sapos también comenzaron a interesarse por aprender. Simón les enseñó todo lo que había aprendido del señor Búho y juntos descubrieron un mundo lleno de conocimiento dentro del estanque.

La noticia sobre el sapo sabio se extendió rápidamente por todo el bosque y llegó incluso a oídos de los niños humanos. Un día, algunos de ellos visitaron al estanque para conocer a Simón y ver sus habilidades increíbles.

Los niños quedaron asombrados al ver cómo un sapo podía saber tanto. Y aunque no pudieron llevarlo a la escuela humana como él quería originalmente, le dieron libros nuevos para seguir aprendiendo.

Simón comprendió que, aunque no pudiera ir a la escuela humana, tenía el poder de aprender y enseñar a los demás. Y así se convirtió en el profesor más querido del estanque.

Desde aquel día, Simón y sus amigos sapos siguieron aprendiendo juntos y compartiendo su conocimiento con todos los animales del bosque. Aunque nunca asistió a una escuela humana, Simón descubrió que el verdadero aprendizaje está en todas partes, incluso en un pequeño estanque rodeado de flores y árboles.

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