Simón y la mariposa de la libertad



Había una vez en un hermoso bosque encantado, vivía un león llamado Simón. Simón era el rey de la selva y se sentía muy orgulloso de su melena dorada y sus fuertes garras.

Sin embargo, tenía un problema: era extremadamente celoso con todo lo que consideraba suyo. Un día, mientras paseaba por su territorio, vio a una hermosa mariposa revoloteando entre las flores.

La mariposa era tan colorida y delicada que Simón sintió que algo se removía dentro de él.

Se acercó lentamente a ella y le dijo con voz ronca:- ¡Hola, pequeña mariposa! ¿Qué haces en mi bosque? La mariposa, asustada por la presencia imponente del león, respondió temblorosa:- Solo estoy buscando néctar para alimentarme, señor León. No quiero causar problemas. Simón la observó detenidamente y pensó para sí mismo: "Esta mariposa es tan hermosa y frágil... Debo protegerla porque ahora es mía".

Sin mediar palabra, extendió una pata y atrapó a la mariposa entre sus garras. La pobre mariposa comenzó a temblar aún más fuerte y suplicó:- Por favor, señor León, déjeme ir. Soy libre como el viento y no puedo pertenecerle a nadie.

Pero Simón estaba decidido a no dejarla escapar. La llevó hasta lo alto de una colina donde había un árbol centenario y la dejó allí encerrada bajo una campana de cristal.

Pasaron los días y las noches, la mariposa intentaba escapar sin éxito mientras el león la vigilaba desde abajo con ojos celosos. Hasta que un día, un búho sabio llamado Óscar se posó en una rama cercana al árbol donde estaba prisionera la mariposa.

- ¿Por qué lloras, pequeña mariposa? -preguntó el búho con ternura. La mariposa relató su historia al búho Óscar quien escuchaba atentamente cada palabra.

Al terminar de hablar, el búho sonrió con sabiduría y dijo:- Escucha con atención: nadie puede poseer a otro ser vivo porque todos somos libres en este mundo. El amor verdadero consiste en cuidar sin aprisionar. Las palabras del búho resonaron en lo más profundo del corazón de Simón quien comprendió su error.

Bajó corriendo hasta el árbol centenario y levantó la campana de cristal liberando a la mariposa. - Perdona mi actitud posesiva -dijo Simón avergonzado-. Ahora entiendo que debemos respetar la libertad de los demás para ser felices juntos.

La mariposa salió volando hacia el cielo azul seguida por el cálido sol del atardecer mientras Simón observaba con admiración su belleza en libertad. Desde ese día, el león aprendió a valorar lo importante que es amar sin poseer y compartió esa enseñanza con todos los habitantes del bosque encantado.

Y así fue como Simón dejó de ser solo el rey de la selva para convertirse en un verdadero amigo para todos aquellos que habitaban en armonía junto a él.

FIN.

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