Simóns Journey
Había una vez en la selva un elefante llamado Simón. Simón era el elefante más grande y fuerte de toda la selva, pero también era muy solitario.
Pasaba sus días caminando por el bosque sin tener a nadie con quien hablar. Un día, mientras Simón estaba buscando algo para comer, escuchó un ruido extraño proveniente de unos arbustos cercanos. Se acercó sigilosamente y vio a una pequeña cría de mono atrapada entre las ramas.
- ¡Ayuda! ¡Ayuda! - gritaba desesperadamente el mono. Simón no dudó ni un segundo y usó su gran trompa para liberar al mono de su aprieto. El pequeño mono se quedó mirándolo con gratitud. - Muchas gracias, señor elefante.
Me llamo Mateo y me perdí en la selva. No sé cómo encontrar a mi familia - dijo el mono con tristeza. Simón sintió compasión por Mateo y decidió ayudarlo a encontrar a su familia.
Juntos comenzaron a recorrer la selva, preguntando a todos los animales que encontraban si habían visto a los padres de Mateo. Después de mucho buscar, llegaron al río donde vivía una familia de hipopótamos.
Los hipopótamos eran conocidos por su sabiduría y conocimiento sobre la selva. - Buenos días, queridos hipopótamos. Estoy buscando los padres del pequeño Mateo. ¿Los han visto? - preguntó Simón esperanzado.
- Lo siento mucho, amigo elefante, pero no hemos visto a ningún mono por aquí - respondió el hipopótamo mayor. Desanimados, Simón y Mateo continuaron su búsqueda. Pasaron por la zona de los leones, donde se encontraron con Leónidas, el rey de la selva. - Hola, majestad. Estamos buscando a los padres del pequeño Mateo.
¿Podría ayudarnos? - preguntó Simón con respeto. Leónidas miró a Mateo y luego a Simón con una sonrisa amable. - No he visto a sus padres, pero puedo decirles que nunca deben perder la esperanza.
El amor siempre encuentra su camino - dijo Leónidas antes de desaparecer entre la hierba alta. Simón y Mateo siguieron caminando, cada vez más desanimados por no encontrar a los padres del mono.
Justo cuando estaban a punto de rendirse, escucharon un ruido familiar: eran las risas de otros monos. Corrieron hacia el sonido y encontraron una gran comunidad de monos jugando en los árboles. Entre ellos estaba la familia de Mateo.
Los padres del pequeño mono lo abrazaron con alegría y gratitud por haberlo encontrado. - ¡Simón! ¡Gracias por traerme de vuelta a casa! Gracias por todo tu amor y ayuda - dijo Mateo emocionado mientras abrazaba al elefante gigante.
Simón se dio cuenta entonces que aunque era grande y fuerte, había algo aún más poderoso: el amor que sentía por los demás animales de la selva.
A partir de ese día, Simón ya no era un elefante solitario; tenía amigos en todos los rincones del bosque gracias al amor que había compartido con Mateo. Y así, la selva se llenó de risas y alegría gracias a la amistad entre el elefante Simón y el mono Mateo.
Juntos enseñaron a todos los animales que el amor y la ayuda mutua pueden vencer cualquier obstáculo y hacer que todos vivan en armonía.