Sinforosa y la Boda Inesperada
Sinforosa era una rata parda muy curiosa. Desde que nació, siempre había sido la mejor amiga de Serapio, una serpiente azmilclera que se deslizaba ágilmente entre las ramas de los árboles. Juntas, exploraban el bosque, jugaban al escondite entre las hojas y disfrutaban de los días soleados. Pero había algo que Sinforosa no sabía hacer: comer con cuchara. Mientras Serapio devoraba su comida con elegancia, Sinforosa luchaba con los mangos de la cuchara con sus patitas.
Un día, mientras estaban jugando cerca de un arroyo, Sinforosa encontró un sobre brillante atrapado entre las raíces de un viejo árbol. Al abrirlo, descubrió una invitación especial.
"¡Mirá, Serapio!" - exclamó emocionada "¡Es una invitación a la boda de Rufián, el gran zorro!"
"¡Es increíble, Sinforosa!" - respondió Serapio, arrastrando su cuerpo con entusiasmo. "No te lo podés perder. Pero... ¿sabés cómo vas a comer en la boda? Los zorros son muy elegantes, y seguro habrá cucharas por doquier".
Sinforosa se preocupó. Nunca había estado en una fiesta tan importante, y menos aún sabía usar una cuchara. Se sentía triste y un poco insegura.
"No sé si voy a poder ir, Serapio" - suspiró.
"¿Pero por qué?" - preguntó Serapio. "Quizás podemos aprender juntas. Yo te puedo ayudar."
Sinforosa se sintió un poco mejor con las palabras de su amiga. Aceptó la ayuda de Serapio y durante los días siguientes, las dos se entrenaron. Serapio le mostró a Sinforosa cómo sujetar la cuchara y usarla correctamente.
"Es como bailar, Sinforosa. Debés practicar y encontrar tu ritmo" - dijo Serapio con una sonrisa.
Así, Sinforosa practicó. A veces derramaba un poco de comida, otras veces la cuchara caía al piso, pero entre risas y errores, fue aprendiendo. No era fácil, pero lo intentaba una y otra vez.
Cuando llegó el día de la boda, ambas estaban listas. Sinforosa llevaba un pequeño sombrero hecho de hojas y flores, y Serapio, una bufanda brillante que había hecho con pétalos. Al llegar al lugar de la ceremonia, se encontraron con un hermoso jardín lleno de luz y música. Todos animaban a los novios.
"¡Mirá lo bonito que es!" - dijo Sinforosa maravillada.
"Y aún más bonito será cuando empecemos a comer" - agregó Serapio.
Y cuando llegó el momento de la comida, Sinforosa se sintió un poco nerviosa. Vio a todos los animales usando cuchara, y en ese instante, recordó todo el esfuerzo que había hecho.
"¡Tú puedes, Sinforosa!" - le susurró fuerte Serapio. "Recuerda, solo es cuestión de práctica".
Con una profunda respiración, Sinforosa tomó la cuchara. Al principio tembló un poco, pero luego comenzó a servir la comida en su plato. Se dio cuenta de que no era tan complicado como parecía.
En un momento dado, un pequeño pajarito que estaba cerca comenzó a aplaudir.
"¡Bravo, Sinforosa!" - gritó al pie de un árbol. "¡Estás haciéndolo muy bien!"
La música sonó y los animales comenzaron a bailar. Sinforosa con un gran gesto, invitó a Serapio a unirse a ella en el baile. Las dos amigas tomaron la cuchara, con sus movimientos fluidos, llenaron los platos y hasta se sirvieron un poco del postre.
Esa noche, Sinforosa no solo celebró la boda de Rufián, sino que también descubrió que con perseverancia y el apoyo de una amiga, podía lograr cualquier cosa.
"¿Ves? ¡No hay que tener miedo!" - dijo Serapio abrazando a Sinforosa. "Es todo un aprendizaje".
"Gracias por ayudarme, Serapio. ¡Me gustó mucho!" - respondió Sinforosa feliz.
Y así, Sinforosa y Serapio disfrutaron de la fiesta, demostrando que la amistad y la práctica pueden abrir muchas puertas, incluso en las situaciones más inesperadas.
FIN.