Sofi y el duende salvador
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de bosques frondosos, una niña llamada Sofi. Sofi tenía 4 años, tres hermanos mayores y una pasión desmedida por el helado.
Todos los días pedía a sus padres que la llevaran a la heladería del pueblo para disfrutar de su sabor favorito: vainilla con chispas de chocolate. Un día soleado, Sofi decidió aventurarse sola en el bosque cercano a su casa.
Estaba tan distraída reagarrando flores silvestres que no se dio cuenta de cómo se alejaba cada vez más de su hogar. Cuando finalmente levantó la vista y notó que estaba completamente perdida, comenzó a llorar desconsoladamente.
Justo en ese momento, un duende travieso y amigable llamado Pancho salió de detrás de un árbol. Tenía una larga barba blanca y unos brillantes ojos verdes que centelleaban con curiosidad. Al ver a Sofi tan triste, se acercó lentamente y le preguntó qué le sucedía.
"¿Por qué lloras, pequeña humana?" -dijo Pancho con voz suave pero firme. Sofi levantó la mirada entre sollozos y le contó al duende cómo se había perdido en el bosque mientras jugaba.
Pancho sonrió con ternura y extendió su mano hacia ella. "No llores más, Sofi. Yo te ayudaré a encontrar tu camino de regreso a casa" -dijo el duende con determinación. Sofi secó sus lágrimas y tomó la mano de Pancho con confianza.
Juntos emprendieron el camino de vuelta hacia el pueblo, siguiendo las huellas que ella misma había dejado sin darse cuenta. Mientras caminaban, Pancho le contaba cuentos mágicos sobre criaturas fantásticas que habitaban el bosque y aventuras increíbles que vivían juntos en ese mundo encantado.
Sofi escuchaba maravillada cada palabra del duende y poco a poco olvidaba su miedo por estar perdida. Finalmente llegaron al borde del bosque donde los esperaban los padres preocupados de Sofi junto a sus hermanos mayores.
Todos corrieron hacia ella emocionados al verla sana y salva gracias al amable duende Pancho. A partir de ese día, Sofi visitaba regularmente el bosque para jugar con su nuevo amigo Pancho.
Aprendió valiosas lecciones sobre la importancia de prestar atención a su entorno, seguir las indicaciones adecuadas cuando estuviera fuera de casa y nunca perder la esperanza incluso en situaciones difíciles.
Y así, la amistad entre la niña traviesa y curiosa y el duende bondadoso perduró para siempre en aquel rincón mágico del mundo donde los sueños se hacían realidad.
FIN.