Sofi y los monstruos del armario
Había una vez una niña llamada Sofi, quien todas las noches tenía miedo de ir a dormir. Le tenía pavor a la oscuridad y siempre pensaba que en su armario vivían monstruos espantosos.
A pesar de que sus padres le decían que no existían, Sofi no podía evitar sentir miedo. Cada noche, se tapaba con las sábanas y miraba fijamente hacia el armario, esperando ver algún signo de los monstruos.
Una noche, mientras trataba de conciliar el sueño, escuchó un ruido proveniente del armario. Sofi se tapó con las sábanas y no se animaba a mirar. "¡Sofi, Sofi! ¿Estás despierta?", una vocecita susurró desde el armario. Sofi, atemorizada, respondió en voz baja "Sí, estoy despierta. ¿Quién eres?".
"Soy Tomi, un monstruo del armario. No quiero asustarte, solo quiero ser amigo tuyo", la vocecita respondió. Sofi sintió curiosidad y lentamente destapó su cabeza para ver de dónde provenía la voz.
Para su sorpresa, vio a un pequeño monstruo verde, con grandes ojos brillantes y una sonrisa amigable. "¿Tomi, un monstruo del armario? Pero ¿no deberías darme miedo?", preguntó Sofi. "No todos los monstruos son malos, Sofi. Yo quiero ser tu amigo.
Sé que tienes miedo, pero estoy aquí para ayudarte a superarlo", dijo Tomi con ternura. Intrigada, Sofi aceptó hablar con Tomi y eventualmente, se dio cuenta de que él no era espantoso en absoluto.
Con el tiempo, Tomi le contó a Sofi que los monstruos del armario en realidad eran guardianes de los sueños y que, si aprendía a no tenerles miedo, ellos la ayudarían a tener las mejores noches de descanso.
Juntos, Sofi y Tomi empezaron a jugar a la luz de una pequeña linterna, mientras él le mostraba cómo hacer sombras divertidas en la pared. Poco a poco, Sofi fue perdiendo el miedo a la oscuridad y a los monstruos del armario.
Tomi se convirtió en su mejor amigo, y todas las noches, antes de dormir, Sofi abría el armario para desearle buenas noches a los otros monstruos. A medida que perdía su miedo, Sofi se sentía más valiente y segura.
Hasta que un día, Tomi le dijo que debía partir, ya que Sofi ya no necesitaba su protección. "Gracias por todo, Sofi. Nunca olvides que dentro de cada miedo, puede haber una gran amistad", dijo Tomi antes de desaparecer. Sofi, aunque triste, se sintió agradecida por haber conocido a Tomi.
A partir de ese día, no volvió a temer a la oscuridad ni a los monstruos del armario. En su lugar, recordaba a Tomi con cariño y agradecimiento por haberle enseñado a superar sus miedos.
Y así, Sofi vivió muchas aventuras felices y siempre recordó a su amigo Tomi con amor.
FIN.