Sofi y su viaje hacia un balance alimenticio




Había una vez en un barrio de Buenos Aires, una niña llamada Sofi. Sofi era muy alegre y creativa, pero tenía un problema con la comida. Desde pequeña, le costaba trabajo comer, a veces se saltaba las comidas y otras veces comía en exceso. Esto preocupaba mucho a sus padres, quienes la llevaban al médico regularmente. El médico les explicó que Sofi tenía un trastorno alimenticio y que era importante que aprendiera a comer de forma balanceada. Sus padres la apoyaron mucho, le explicaron la importancia de una alimentación sana y le mostraron cómo preparar comidas deliciosas y nutritivas.

Sofi se esforzó por seguir las recomendaciones del médico y de sus padres, pero en la escuela las cosas no eran fáciles. Algunos compañeros de clase se burlaban de ella por su forma de comer. Sofi se sentía muy triste y sola, pensaba que nadie la entendía. Un día, su mejor amiga Lola se dio cuenta de lo que estaba pasando y decidió ayudarla.

Lola habló con sus amigos y les explicó lo importante que era apoyar a Sofi en lugar de burlarse de ella. Poco a poco, el resto de los niños entendieron la situación y empezaron a apoyar a Sofi. Sofi se sintió muy feliz de tener amigos que la comprendían y la ayudaban.

A pesar de los obstáculos, Sofi siguió esforzándose y poco a poco logró mejorar su relación con la comida. Aprendió a disfrutar de los alimentos nutritivos y a controlar sus porciones. Sus padres y amigos la felicitaron por su esfuerzo y valentía. Sofi se sentía orgullosa de sí misma y, lo más importante, se sentía sana y feliz. Desde ese día, ella y sus amigos prometieron apoyarse mutuamente en todo momento.

Sofi entendió que todos somos diferentes y que cada uno tiene sus propias batallas que librar, pero con amor, apoyo y esfuerzo, siempre se puede salir adelante.

FIN.

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