Sofía and the Enchanted Journey


Había una vez una niña llamada Sofía que siempre estaba jugando en su teléfono.

Pasaba horas y horas sin prestar atención a nada más, ignorando las peticiones de sus padres para que dejara el dispositivo y se dedicara a otras actividades. Un día, mientras Sofía estaba inmersa en su juego favorito, sus padres decidieron hacer algo diferente.

Se acercaron a ella con una sonrisa en el rostro y le dijeron:- ¡Sofía, te tenemos una sorpresa! Vamos a hacer un picnic en el parque. ¿Te gustaría venir? Sofía levantó la vista del teléfono por un momento y frunció el ceño. - No quiero ir al parque, estoy ocupada -respondió sin mucho interés. Sus padres se miraron preocupados.

Sabían que era importante para Sofía pasar tiempo al aire libre y socializar con otros niños. Decidieron no rendirse e intentar algo diferente.

Al día siguiente, durante la cena, sus padres anunciaron emocionados:- ¡Hoy vamos todos juntos al circo! Será una experiencia increíble. ¿No te gustaría ver los malabaristas y los payasos? Sofía apenas levantó la mirada de su teléfono y respondió:- No me interesa el circo, prefiero quedarme aquí jugando.

Sus padres estaban desesperados por encontrar una manera de lograr que Sofía comprendiera la importancia de disfrutar de otras actividades fuera del mundo virtual. Entonces tuvieron una idea brillante.

El fin de semana llegó y Sofía se encontraba como siempre absorta en su teléfono cuando sus papás entraron emocionados en su habitación. - ¡Sofía, hoy nos vamos de excursión a la montaña! Vas a poder ver paisajes hermosos y respirar aire fresco.

¿Quieres venir? Esta vez, Sofía alzó la mirada y vio la emoción en los ojos de sus padres. Por un momento, sintió curiosidad por lo que podría encontrarse en esa aventura. - Está bien, iré con ustedes -contestó Sofía finalmente. La familia se preparó rápidamente y se dirigieron hacia la montaña.

Mientras caminaban por senderos rodeados de naturaleza, Sofía dejó su teléfono en el bolsillo y comenzó a prestar atención a su entorno.

Vio árboles altos y frondosos, escuchó el canto de los pájaros y sintió la brisa acariciar su rostro. De repente, algo llamó su atención: un pequeño animalito atrapado entre unas ramas. Sin pensarlo dos veces, Sofía corrió hacia él y con cuidado lo liberó. - ¡Gracias! -dijo el animalito con una voz dulce-.

Me llamo Lilo y soy el guardián de este bosque encantado. Has demostrado ser valiente y solidaria al ayudarme. Sofía quedó sorprendida por las palabras del pequeño animalito parlante.

A partir de ese momento, Lilo se convirtió en su amigo inseparable durante toda la excursión. Mientras exploraban juntos el bosque encantado, Lilo le mostraba a Sofía cosas maravillosas que nunca había visto antes: flores brillantes, cascadas cristalinas y animales exóticos.

Cada paso que daba, Sofía se sentía más viva y emocionada. Al final del día, cuando la familia regresó a casa, Sofía guardó su teléfono en un cajón y se acostó con una sonrisa en el rostro.

Había descubierto que había un mundo real lleno de aventuras esperando por ella. A partir de ese día, Sofía aprendió a equilibrar su tiempo entre el mundo virtual y las actividades al aire libre.

Jugaba menos en su teléfono y pasaba más tiempo disfrutando de momentos especiales junto a su familia y amigos. Y así, gracias a la ayuda de Lilo, la niña que jugaba mucho en su teléfono comprendió que había mucho más para explorar fuera de la pantalla.

Aprendió que la vida real ofrecía experiencias mágicas y emocionantes que no podían ser reemplazadas por ningún juego virtual.

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