Sofía, la defensora mágica



Había una vez una niña llamada Sofía que amaba el arcoiris. Cada vez que veía uno en el cielo, se llenaba de alegría y emoción.

Pasaba horas mirando cómo los colores se mezclaban y formaban un hermoso arco en el cielo. Un día, mientras caminaba por el bosque, Sofía encontró a un pequeño pájaro con el ala lastimada. Sin pensarlo dos veces, decidió llevarlo a casa para cuidarlo hasta que sanara.

Durante días, Sofía alimentó al pájaro y lo mantuvo caliente en su cama. "¿Cómo te sientes hoy?", preguntó Sofía al pequeño pájaro. El pájaro pió como respuesta y movió sus alas con fuerza. Parecía estar listo para volar de nuevo.

Sofía decidió llevar al pájaro de regreso al bosque donde lo había encontrado. Pero cuando llegaron allí, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo: todos los árboles habían perdido sus hojas y todo estaba cubierto por una densa niebla gris.

"¡Qué extraño!", exclamó Sofía sorprendida. El pequeño pájaro empezó a volar hacia la niebla sin miedo alguno. Y sin pensarlo dos veces, Sofía lo siguió corriendo detrás de él.

Cuando finalmente llegaron al otro lado de la niebla, descubrieron un paisaje maravilloso: un campo lleno de flores multicolores y brillantes rayos del sol iluminando todo el lugar.

En medio del campo había un hombre mayor vestido con ropas coloridas que parecían estar hechas de todos los colores del arcoiris. "Hola, ¿quién eres tú?", preguntó Sofía curiosa. "Soy el guardián del arcoiris", respondió el hombre mayor con una sonrisa.

"¿Qué te trae por aquí?""Encontré a este pequeño pájaro con un ala lastimada y lo cuidé hasta que sanara", dijo Sofía señalando al pájaro posado en su hombro. "Lo estaba llevando de vuelta a casa cuando encontramos esta extraña niebla.

"El guardián del arcoiris asintió comprensivamente y le explicó que la niebla era causada por la tristeza y la falta de esperanza en las personas. Pero también le dijo que ella podía ayudar a cambiar eso. "¿Cómo puedo hacer eso?", preguntó Sofía intrigada.

El guardián del arcoiris le pidió que cerrara los ojos e imaginara un mundo lleno de amor, alegría y esperanza. Mientras lo hacía, vio cómo los colores del arcoiris se mezclaban en su mente formando imágenes hermosas y brillantes.

Cuando abrió sus ojos nuevamente, la niebla había desaparecido por completo y todo estaba lleno de vida otra vez. El campo se había transformado en un lugar mágico lleno de flores vibrantes y árboles frondosos.

Sofía entendió entonces que ella tenía el poder para hacer una diferencia en el mundo, así como había hecho con el pequeño pájaro herido. Y desde ese día en adelante, cada vez que veía un arcoiris en el cielo recordaba que ella tenía el poder para hacer un cambio positivo en su mundo.

Y así, Sofía se convirtió en una defensora del amor, la alegría y la esperanza, llevando consigo los colores del arcoiris a todas partes donde iba.

FIN.

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