Sofía, la nena que le tiene miedo a los doctores
Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires y Sofía, una nena de seis años, estaba jugando en el parque con su perrito Lucas. Sofía era una nena muy curiosa y aventurera, pero había algo que le daba mucho miedo: ¡los doctores!
Un día, mientras jugaba, sintió un dolor en su muela. Sofía hizo lo que cualquier niña haría: corrió a contarle a su mamá.
"Mamá, me duele la muela, ¿puedo tener un helado para que se me pase?" - preguntó Sofía esperanzada.
"Claro, Sofía, pero sabemos que el helado no va a curar el dolor. Creo que deberíamos ver a un dentista" - le respondió su mamá, con una sonrisa comprensiva.
Sofía se quedó en silencio, su corazón empezó a latir más rápido. E inmediatamente pensó: *"¡NO! El dentista es un doctor, y yo no quiero ir. Me da miedo que me hagan algo"*. Sin embargo, sabía que su mamá tenía razón y que debía ir a ver al dentista.
Esa tarde, llegaron a la clínica dental. Las paredes estaban decoradas con colores vibrantes y había dibujos de personajes de cuentos. Sofía se sintió un poco más tranquila, pero aún así, el miedo estaba presente.
Cuando entraron, la dentista, la doctora Álvarez, la recibió con una gran sonrisa.
"¡Hola Sofía! ¿Cómo estás?" - dijo la doctora mientras le enseñaba algunos instrumentos.
"Ehh… hola" - dijo Sofía, mostrando inseguridad.
La doctora Álvarez se agachó para estar a su altura y le dijo:
"¿Sabías que la mayoría de mis herramientas tienen nombres divertidos? Este es el ‘ayudante de sonrisas’" - dijo, señalando un espejo pequeño.
Sofía miró el espejo y luego a la dentista.
"¿Cómo se llama esa otra cosa?" - preguntó, intrigada.
"Esa se llama ‘el conejito que limpia’ y ayuda a quitar la suciedad de los dientes" - dijo la doctora mientras mostraba otro objeto.
Sofía, sintiéndose un poco más segura, empezó a olvidar su miedo y preguntó más sobre las cosas que veía.
"Y, ¿entonces no me va a doler?" - preguntó un poco nerviosa.
"Te prometo que aquí solo cuidamos tus dientes y que todo va a estar bien. Si te duele algo, me lo decís en seguida" - aseguró la doctora.
Con cada pregunta, Sofía se iba sintiendo más tranquila. Entonces, Sofía recordaba a su perrito Lucas.
"¿Y si me duele, puedo pensar en Lucas?" - preguntó.
"¡Claro! Puedes imaginar que Lucas está contigo. Te puedo prestar este juguete mientras trabajamos. Es un perrito de juguete llamado Maxi. Así vas a tener un amigo" - respondió la doctora Álvarez, dándole a Sofía un hermoso perrito de peluche.
Sofía sonrió, se sintió un poco más valiente. Entonces, la doctora empezó a revisarle la boca y a explicarle cada cosa que hacía.
Sofía había olvidado que tenía miedo y comenzó a jugar con el perrito de juguete mientras escuchaba atentamente.
"¡Ah, eso no duele! ¡Es divertido!" - exclamó Sofía.
Cuando la revisión terminó, la doctora dijo:
"Tus dientes están muy bien, solo necesitas cuidar un poco más de tu higiene. Pero no hay problemas serios, ¡así que no hay por qué preocuparse!"
Sofía se sintió aliviada y contenta.
"¡Gracias, doctora!" - dijo con su mayor sonrisa.
Y así, Sofía se dio cuenta de que no había razón para tenerle miedo a los doctores. Lo más importante era cuidar de su salud y saber que allí siempre habría personas que se preocupan por ella.
Cuando regresó a casa, Sofía abrazó a Lucas y le contó todo sobre la visita al dentista. Se sentía valiente y decidida.
"¡Lucas, la próxima vez que vengamos, te voy a traer!" - le dijo entusiasmada.
Desde ese día, Sofía entendió que el miedo se puede vencer con curiosidad y que a veces las cosas que nos asustan pueden ser más amigables de lo que parece. Así que no solo cuida de su higiene dental, también se volvió una embajadora del coraje entre sus amigos, contando su historia para que no le tuvieran miedo a los doctores.
FIN.