Sofía, la payasa de la alegría
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, donde vivía una joven llamada Sofía.
Sofía tenía el cabello medio ondulado de color café oscuro y siempre estaba rodeada de risas y diversión, ya que era conocida como la payasa de su familia. Un día, mientras paseaba por el parque, vio a un grupo de niños jugando y riendo. Se acercó a ellos con una gran sonrisa en el rostro y les hizo divertidos trucos para hacerlos reír.
Los niños se divirtieron tanto que no querían que Sofía se fuera. "¡Eres la mejor payasa que hemos visto!", exclamó Martín, uno de los niños.
Sofía se sintió muy feliz al escuchar esas palabras y decidió pasar más tiempo jugando con los niños del pueblo. Descubrió que tenía una habilidad especial para conectar con los más pequeños, especialmente con los niños de 2 años.
Un día, mientras jugaba con los niños en el parque, llegó un nuevo niño llamado Lucas. Lucas parecía triste y no quería unirse a la diversión. Sofía se acercó a él con ternura y le preguntó qué le pasaba. "No tengo amigos aquí", dijo Lucas con voz apagada.
Sofía sonrió y le tendió la mano a Lucas para invitarlo a jugar. Pronto, todos estaban corriendo y riendo juntos, creando nuevos recuerdos llenos de alegría. Con el tiempo, Sofía se convirtió en la mejor amiga de todos los niños del pueblo.
Les enseñaba valores importantes como la amabilidad, la solidaridad y la importancia de compartir. Además, les contaba cuentos inspiradores sobre valentía y superación.
Una noche, durante una fiesta en el pueblo, los padres de los niños organizaron un espectáculo donde Sofía pudo mostrar sus habilidades como payasa frente a todos. Los aplausos retumbaron en todo el lugar cuando terminó su actuación. Desde ese día en adelante, Sofía siguió siendo la payasa favorita del pueblo de Alegría.
Siempre recordaba que lo más importante era hacer reír a los demás y llevar alegría a sus corazones.
Y así fue como Sofía demostró que ser competitiva no significa solo ganar juegos o competencias; también puede significar competir consigo misma para ser cada día mejor persona y llevar felicidad a quienes más lo necesitan.
FIN.