Sofía y el abrazo perdido



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Sofía. Sofía era muy traviesa y nunca valoraba el esfuerzo de su mamá, siempre le hacía maña y se portaba mal.

Su mamá, Martina, era una mujer amorosa y dedicada que siempre estaba ahí para cuidar a su hija con todo su corazón. Un día, Sofía decidió jugar en el jardín trasero de la casa sin pedir permiso a su mamá.

Martina le había advertido que no saliera sola al jardín porque podía haber peligros. Pero Sofía no quiso escuchar y desobedeció. Al salir al jardín, Sofía vio un hermoso gatito blanco y decidió seguirlo hasta llegar a un bosque cercano.

Cuando se dio cuenta de que estaba perdida, empezó a llorar desconsoladamente. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte y los ruidos del bosque la asustaban cada vez más. De repente, apareció Martina corriendo entre los árboles buscando a su hija.

Al encontrarla, la abrazó con fuerza mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. "-¡Sofía! ¡Estás bien! ¡Te encontré!", exclamó Martina entre sollozos. Sofía se sintió avergonzada por haber desobedecido a su mamá y ponerse en peligro.

Fue entonces cuando comprendió lo mucho que su mamá la amaba y se preocupaba por ella en todo momento. Martina llevó a Sofía de vuelta a casa donde ambas compartieron una cena reconfortante.

Mientras se acurrucaban en la cama esa noche, Martina le contó a Sofía una historia mágica sobre cómo el amor de una madre nunca termina y siempre guiará el camino de sus hijos. "-¿Me perdonas por haberte hecho pasar un mal rato hoy?", preguntó tímidamente Sofía.

"-Siempre te perdonaré, mi niña. Lo importante es que estés segura y aprendas de tus errores", respondió Martina con dulzura.

Desde ese día, Sofía valoró cada gesto de cariño de su mamá y prometió ser más obediente y considerada con ella. Aprendió que el amor incondicional de una madre es uno de los tesoros más grandes que podemos tener en la vida.

Y así, con el corazón lleno de gratitud y amor, madre e hija cerraron los ojos para dejarse llevar por los sueños más dulces que solo el amor verdadero puede brindar.

FIN.

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