Sofía y el Agua Celestial


Había una vez en el hermoso país de Ecuador, una estrella muy especial llamada Sofía. Sofía era conocida como "La Estrella del Oeste" porque brillaba más que ninguna otra en ese lado del cielo.

Todos los habitantes del lugar admiraban su resplandor y se sentían felices al verla cada noche. Un día, mientras Sofía brillaba con todo su esplendor, un grupo de nubes oscuras comenzó a cubrir el cielo.

Los habitantes del pueblo se preocuparon al ver que la luz de Sofía se iba apagando poco a poco. "¡Oh no! ¡Sofía está perdiendo su brillo!", exclamó Luna, la guardiana de las estrellas.

Luna decidió convocar a una reunión urgente con todas las estrellas para encontrar una solución. Juntas idearon un plan para ayudar a Sofía a recuperar su brillo perdido. "Debemos buscar el agua celestial en la montaña más alta", sugirió Estela, una estrella sabia y anciana.

Así fue como todas las estrellas emprendieron un viaje hacia la montaña más alta, enfrentando todo tipo de obstáculos en el camino. Cruzaron ríos caudalosos, sortearon bosques densos y desafiaron tormentas eléctricas hasta llegar a la cima de la montaña donde encontraron el agua celestial.

Con mucha determinación y trabajo en equipo, las estrellas lograron llevar el agua hasta donde se encontraba Sofía. La bañaron con cuidado y amor, viendo cómo poco a poco su brillo volvía a resplandecer con fuerza renovada.

Los habitantes del pueblo observaban maravillados desde abajo cómo Sofía recuperaba su luz y brillaba más que nunca en el cielo nocturno.

Desde entonces, todos valoraban aún más la presencia de La Estrella del Oeste y le daban las gracias por iluminar sus vidas cada noche.

Y así, gracias al trabajo en equipo y la solidaridad entre todos los seres del universo, Sofía pudo seguir siendo la estrella más brillante del cielo ecuatoriano, recordándoles siempre que juntos pueden superar cualquier adversidad y devolverle la luz a aquellos que lo necesitan.

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