Sofía y el astuto lobo


Había una vez una niña llamada Sofía, a quien le encantaba usar su caperuza amarilla. Un día, su mamá le pidió un favor muy importante: llevar comida a su abuelita que vivía en lo profundo del bosque.

Sofía aceptó emocionada y se preparó para la aventura. Tomó una cesta llena de deliciosos pasteles, frutas frescas y un termo con té caliente para compartir con su querida abuelita.

Cuando Sofía llegó al bosque, el sol comenzaba a esconderse entre los árboles altos. De pronto, un lobo hambriento apareció frente a ella.

El lobo miró fijamente a Sofía y dijo: "¡Hola pequeña! ¿A dónde vas tan sola por este oscuro bosque?"Sofía se asustó un poco pero recordó las enseñanzas de sus padres sobre cómo tratar a los animales salvajes. Con valentía respondió: "Voy a visitar a mi abuelita que vive más allá del río". El lobo sonrió maliciosamente y pensó que podría aprovecharse de la situación.

Decidió seguir a Sofía sigilosamente mientras ella caminaba hacia la casa de su abuelita. En el camino, Sofía notó algo extraño detrás de ella y se dio cuenta de que el lobo la estaba persiguiendo.

Aunque tenía miedo, decidió no dejarse intimidar por él. Finalmente, llegaron juntos a la casa de la abuelita.

El lobo golpeó la puerta fuertemente y gritó: "¡Abuelita! ¡Soy yo, Sofía! ¡He traído comida deliciosa para ti!"La abuelita, que estaba dentro de la casa, escuchó la voz del lobo y se asustó. Pero antes de abrir la puerta, tuvo una idea. Desde adentro, gritó: "Sofía querida, por favor entra. Pero recuerda cerrar bien la puerta después de entrar".

Sofía entendió el mensaje oculto de su abuelita y decidió seguir jugando junto a ella. "¡Claro abuelita! Cerraré bien la puerta", respondió con una sonrisa en su cara. Cuando Sofía entró en la casa, encontró a su abuelita escondida bajo las mantas.

Ambas se miraron y soltaron una risa cómplice. El lobo intentó entrar también pero no pudo abrir la puerta cerrada con llave. Frustrado, decidió irse lejos sin poder cumplir sus malvados planes.

Sofía y su abuelita disfrutaron juntas de los pasteles y frutas que había llevado mientras compartían historias divertidas y sabias lecciones sobre cómo tratar a los demás con amabilidad y valentía. Después de un rato, el papá de Sofía llegó a buscarla al bosque.

Al verla feliz junto a su abuelita, supo que todo salió bien. Desde aquel día, Sofía aprendió que no hay que dejarse intimidar por los problemas o personas malintencionadas. Siempre debemos ser valientes y hacer lo correcto.

Y así fue como Sofía demostró al lobo hambriento que incluso las niñas más pequeñas pueden enfrentar sus miedos y salir victoriosas.

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