Sofía y el Bosque de los Amiguitos



Había una vez en un pequeño barrio, una perrita traviesa llamada Sofía. Tenía un pelaje marrón suave, orejas largas y una cola que siempre movía con felicidad. A Sofía le encantaba correr, jugar y explorar, pero había algo que le daba mucho miedo: los otros perritos.

Un día, mientras exploraba el parque, se encontró con un grupo de perritos jugando a la pelota. Sofía se detuvo y se preguntó: "¿Serán amigables? No me gusta que me ladren...". Su corazón latía rápido mientras miraba desde la distancia.

En ese momento, se acercó su mejor amiga, la tortuga Violeta, que siempre estaba dispuesta a ayudarla.

"¿Por qué no te acercás a ellos?" - le preguntó Violeta.

"Pero me da miedo, ¿y si me empujan o me ladran?" - contestó Sofía, moviendo la cola con nerviosismo.

Violeta pensó por un momento y dijo:

"A veces los miedos nos dicen más de nosotros mismos que de los demás. Dalen la oportunidad, Sofía. Quizás son tan sólo perritos juguetones que buscan un amigo."

Sofía se animó y decidió dar un paso adelante. Al acercarse, los perritos la miraron y uno de ellos, un golden retriever llamado Lucas, le dijo:

"Hola, ¿quieres jugar con nosotros?"

"¿Yo? ¿Jugar?" - respondió Sofía, sorprendida.

Los otros perritos la animaron:

"Sí, no muerdemos. Solo queremos divertirnos."

Con un poco de miedo pero también con mucha curiosidad, Sofía se acercó. Al principio estaba un poco nerviosa, pero empezó a jugar a la pelota. Pidió un poco de ayuda y pronto todos estaban corriendo, ladrando de alegría y jugando como si fueran amigos de toda la vida.

De repente, mientras jugaban a seguirse, Sofía se dio cuenta de que no sólo había superado su miedo, sino que estaba teniendo la mejor diversión de su vida. ¡Nunca había imaginado que los otros perritos podían ser tan amables!

Entonces, Sofía se sintió valiente y dijo:

"¡Esto es increíble! ¡Nunca había jugado así! ¡Quiero venir todos los días!"

Los perritos se rieron felices, y uno de ellos, una perrita pug llamada Lila, le respondió:

"Sabíamos que te divertirías. No hay que tener miedo, somos todos amigos aquí. ¡Este es el Bosque de los Amiguitos!"

El sol brillaba radiante mientras corrían y jugaban, y Sofía se sintió más valiente que nunca.

Esa tarde, cuando regresó a casa, su madre la esperaba con una sonrisa.

"¿Cómo estuvo tu día, Sofía?" - le preguntó.

"¡Fue el mejor! Jugué con otros perritos y no me asusté. Ahora tengo amigos en el Bosque de los Amiguitos."

Y así, Sofía aprendió que los miedos a veces existen solo porque no conocemos a las personas y que, con un poco de valentía y apoyo de los amigos, se pueden superar. Desde ese día, Sofía visitó el parque cada vez más y nunca más tuvo miedo de los perritos. Más bien, llegó a ser una líder del grupo, mostrando que ser diferentes puede dar lugar a grandes aventuras.

Sofía y sus nuevos amigos aprendieron a jugar juntos, a compartir sus juguetes y a cuidarse unos a otros. Y así, la traviesa Sofía se convirtió en una perrita que no solo disfrutaba de la diversión, sino que también ayudaba a otros perritos a vencer sus propios miedos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero la amistad de Sofía y sus nuevos amigos recién comenzaba.

FIN.

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