Sofía y el camino seguro al colegio



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, vivía una niña llamada Sofía. Sofía era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras.

Un día, mientras desayunaba con su familia, decidió que quería aprender a llegar sola al colegio. "Mamá, papá, quiero ir al colegio yo sola", dijo Sofía emocionada. Sus padres se miraron sorprendidos pero luego sonrieron con orgullo.

"Está bien Sofi, si crees que ya estás lista para hacerlo por ti misma", respondió su mamá. "Pero tienes que seguir algunas reglas de seguridad", agregó su papá. Sofía asintió emocionada y comenzó a escuchar atentamente las instrucciones de sus padres:"Primero, debes asegurarte de cruzar la calle por el paso de cebra.

Mira siempre hacia ambos lados antes de cruzar y espera a que los coches se detengan completamente", explicó su mamá. "También debes caminar por la vereda y no correr en la calle.

Es importante mantenernos seguros en todo momento", añadió su papá. Sofia tomó nota mentalmente de todas las indicaciones y se puso manos a la obra para planificar su ruta al colegio. Decidió que iba a tomar el camino más corto pero también el más seguro.

Durante toda la tarde estuvo practicando en casa cómo cruzar correctamente la calle y memorizaba cada paso del recorrido. Al día siguiente, cuando llegó la mañana, Sofía estaba ansiosa por poner en práctica todo lo aprendido.

Se preparó rápidamente y salió de casa con su mochila en la espalda. Su mamá le deseó buena suerte y su papá le recordó que siempre estuviera atenta a su entorno.

Sofía caminaba por las calles del pueblo siguiendo sus instrucciones al pie de la letra. Cruzó el paso de cebra, mirando hacia ambos lados y esperando pacientemente a que los coches se detuvieran. Siguió caminando por la vereda, prestando atención a cada detalle del camino.

Sin embargo, cuando llegó a una esquina, notó algo inusual. Había un enorme charco en medio de la vereda y no había forma de cruzarlo sin mojarse los pies. "¡Ay no! ¿Cómo voy a llegar ahora?", pensó Sofía preocupada.

Pero entonces recordó lo que sus padres le habían enseñado sobre resolver problemas. Miró alrededor y vio un pequeño puente peatonal justo al lado del charco. "¡Eureka!", exclamó Sofía emocionada.

Cruzó el puente peatonal saltando como si fuera una aventurera exploradora y continuó su camino hacia el colegio sin ningún contratiempo más. Cuando finalmente llegó al colegio, estaba orgullosa de sí misma por haber superado todos los obstáculos en el camino.

Sus compañeros de clase la recibieron con aplausos y felicitaciones por haber llegado sola al colegio. Desde ese día, Sofía se convirtió en todo un ejemplo para sus amigos y vecinos.

Aprendieron juntos cómo llegar al colegio siguiendo todas las reglas de seguridad vial y disfrutaban cada mañana compartiendo historias sobre sus aventuras diarias. Y así, Sofía demostró que con determinación, paciencia y las habilidades adecuadas, cualquier niño puede aprender a llegar solo al colegio de manera segura.

FIN.

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