Sofía y el circo de las alturas


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, una niña llamada Sofía. Sofía era valiente y curiosa, le encantaba explorar cada rincón de su pueblo, pero había algo que la asustaba mucho: las alturas.

Desde que era pequeña, sentía un miedo profundo al mirar hacia abajo desde lugares altos. Un día soleado de primavera, el circo llegó a Villa Alegre.

Sofía estaba emocionada por ir a ver todos los espectáculos y atracciones, pero cuando se enteró de que también había un trapecio volador, su corazón se llenó de temor. No quería perderse la diversión del circo, pero el solo pensar en estar tan alto le hacía temblar las piernas.

"¿Vamos al circo hoy?" -preguntó su mejor amiga Martina con entusiasmo. Sofía dudó por un momento antes de responder con voz temblorosa: "Sí, quiero ir al circo contigo".

Martina notó la preocupación en los ojos de Sofía y decidió ayudarla a superar su miedo a las alturas. Juntas idearon un plan para enfrentar ese desafío juntas. Al llegar al circo esa tarde, Martina llevó a Sofía directamente al trapecio volador.

Las acróbatas realizaban piruetas impresionantes en el aire mientras el público aplaudía emocionado. "¡Mira qué valientes son esas acróbatas! ¡Parece tan divertido!" -exclamó Martina animando a Sofía. Sofía observaba con admiración y nerviosismo desde abajo. Cerraba los ojos cada vez que veían pasar volando a una acróbata sobre sus cabezas.

"¿Te gustaría intentarlo tú también?" -preguntó Martina con una sonrisa alentadora.

Sofía sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero recordando lo valiente que era y lo importante que era para ella superar sus miedos, asintió con determinación: "¡Vamos a intentarlo juntas!"Las dos amigas subieron lentamente por las escaleras hasta llegar al trapecio volador. El viento soplaba suavemente y el sol brillaba en lo alto del cielo azul.

Las acróbatas les dieron unas breves instrucciones y les colocaron los arneses de seguridad. "Confío en ti" -dijo Martina tomándole la mano a Sofía-. "Juntas podemos hacer cualquier cosa". Con el corazón latiéndole fuerte en el pecho, Sofía se lanzó al vacío agarrada del trapecio.

El viento soplaba en su rostro mientras sentía la adrenalina correr por sus venas. Por primera vez en mucho tiempo, no sintió miedo; sintió libertad. Las dos amigas se balancearon juntas en el aire como dos pájaros libres disfrutando del vuelo.

Al finalizar la experiencia, Sofía tenía una gran sonrisa dibujada en su rostro y sus ojos brillaban de emoción. "¡Lo logramos! ¡Superamos nuestro miedo juntas!" -exclamó Martina abrazando a Sofia con alegrí­a.

Desde ese día, Sofí­a descubrió que aunque los desafíos puedan dar miedo al principio, siempre hay una forma de superarlos si tenemos el apoyo adecuado y creemos en nosotros mismos.

Y así fue como nuestra valiente protagonista aprendió que no hay límites para aquellos dispuestos a enfrentar sus temores con coraje y determinación.

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