Sofía y el estanque de los sapos



Había una vez una pequeña niña llamada Sofía, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. A Sofía le encantaba explorar la naturaleza y aprender sobre las plantas y los animales que habitaban allí.

Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró un pequeño sapo atrapado en una telaraña. Sin pensarlo dos veces, decidió rescatarlo y llevarlo a casa para cuidarlo.

Al llegar a su casa, Sofía buscó información sobre cómo cuidar sapos y aprendió que necesitan agua fresca y hojas para comer. Sofía se dedicó a recolectar hojas frescas todos los días para alimentar al sapo. Pero pronto descubrió que eso no era suficiente: el sapo necesitaba más espacio para moverse.

Entonces decidió construirle un estanque en el jardín trasero de su casa. Con la ayuda de su padre, comenzaron a cavar un agujero grande donde pudiera caber el estanque.

Mientras trabajaban juntos, Sofía aprendió sobre herramientas de jardinería como palas y rastrillos. Una vez terminado el estanque, Sofía llenó con agua fresca del río cercano e instaló algunas plantas acuáticas para crear un ambiente natural para el sapo.

"¿Crees que le gustará?"- preguntó Sofía a su padre mientras observaban al sapo saltando felizmente dentro del estanque recién construido. "Estoy seguro de que sí" -respondió él sonriendo-. "Has hecho un gran trabajo". Pero la historia no termina ahí.

Un día lluvioso, Sofía notó que el estanque estaba a punto de desbordarse. Corrió afuera para ver qué estaba sucediendo y descubrió que las hojas y ramas del bosque cercano estaban obstruyendo el drenaje.

Sofía rápidamente se puso manos a la obra, limpiando las hojas y ramas del drenaje para evitar una inundación. Afortunadamente, logró solucionar el problema antes de que empeore. Este incidente le enseñó a Sofía la importancia de estar alerta ante los problemas y siempre estar preparada para enfrentarlos.

Además, aprendió sobre cómo funciona un sistema de drenaje en un ambiente natural. Y así, gracias al sapo atrapado en la telaraña, Sofía aprendió mucho más allá de lo que imaginaba.

Descubrió su amor por la naturaleza y se convirtió en una experta cuidadora de sapos. Y lo más importante: aprendió importantes valores como perseverancia, trabajo en equipo y responsabilidad ambiental.

Desde ese día en adelante, todos los días después de la escuela, Sofía pasaba tiempo con su sapo amigable en su jardín trasero mientras disfrutaba del aire fresco y la tranquilidad que solo la naturaleza puede ofrecer.

FIN.

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