Sofía y el guardián del bosque



Había una vez en un pequeño pueblo al borde de un frondoso bosque, una valiente y curiosa joven llamada Sofía.

A Sofía le encantaba explorar la naturaleza y siempre se aventuraba a caminar por los senderos del bosque, incluso cuando caía la noche. Una tarde, mientras paseaba entre los árboles, escuchó un ruido extraño que provenía de lo profundo del bosque.

Intrigada, decidió seguir el sonido hasta descubrir a un misterioso ser con cuerpo humano y cabeza de ciervo: ¡un wendigo! Sofía recordó las historias que había escuchado sobre estas criaturas en las leyendas nativo americanas y sintió miedo en su corazón. El wendigo se acercó lentamente a ella, con sus ojos brillando en la oscuridad.

Pero para sorpresa de Sofía, el wendigo no parecía amenazante. De hecho, le tendió la mano como si quisiera ayudarla. Con valentía, Sofía decidió tomar su mano y el wendigo la guió por un camino desconocido dentro del bosque.

"¿Quién eres?" -preguntó Sofía con temor pero también con curiosidad. El wendigo le respondió con una voz suave y amable: "Soy Amaru, guardián del bosque.

Muchos me temen por mi apariencia, pero en realidad soy un espíritu protector de estos árboles". Sofía se sorprendió al escuchar esto y comenzó a sentir confianza en Amaru. Mientras caminaban juntos, el wendigo le contaba historias sobre la importancia de respetar la naturaleza y todas las criaturas que habitaban en ella.

A medida que avanzaban por el bosque, llegaron a un claro donde encontraron a varios animales heridos y enfermos. Sofía sintió tristeza al ver su sufrimiento e inmediatamente quiso ayudarlos. "¿Qué podemos hacer para sanarlos?" -preguntó preocupada.

Amaru sonrió bondadosamente y le dijo: "Con tu corazón puro y tu compasión sincera, puedes ayudar a curar a estos seres indefensos". Sofía siguió los consejos de Amaru y cuidó amorosamente de los animales enfermos.

Con el paso de los días, todos ellos sanaron gracias al cariño y dedicación de la joven. Finalmente, llegó el momento de despedirse. Amaru miró a Sofía con gratitud y orgullo por su valentía y nobleza.

"Gracias por recordarme que incluso aquellos considerados diferentes merecen amor y cuidado", dijo el wendigo antes de desaparecer entre los árboles. Sofia regresó al pueblo con el corazón lleno de alegría por haber vivido esa increíble aventura junto al misterioso Amaru.

Desde ese día en adelante, se convirtió en una defensora acérrima de la naturaleza y todas sus criaturas, inspirando a otros a seguir sus pasos hacia una vida llena de compasión y respeto hacia nuestro mundo natural.

FIN.

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