Sofía y el mar valiente


Había una vez en la hermosa República Dominicana, una chica llamada Sofía que vivía cerca de la playa. A pesar de tener el mar tan cerca, Sofía no sabía nadar y le tenía un poco de miedo al agua.

Un día, su mejor amiga Lola le propuso tomar clases de natación juntas. Sofía dudaba al principio, pero finalmente aceptó el desafío.

Así que se inscribieron en la escuela de natación del pueblo y conocieron a su instructor, el simpático profesor Ramón. "Hola chicas, ¿listas para aprender a nadar?" - les dijo el profesor Ramón con entusiasmo. Sofía estaba nerviosa, pero Lola la animaba y le decía que todo iba a salir bien.

Durante las primeras clases, Sofía se aferraba al borde de la piscina y le costaba meterse en el agua. El profesor Ramón notaba su miedo y decidió ayudarla de una manera especial.

"Sofía, vamos a hacer un juego para que pierdas el miedo al agua. Cierra los ojos y déjate llevar", le dijo el profesor mientras sostenía sus manos. Con los ojos cerrados, Sofía sintió cómo flotaba en el agua con la ayuda del profesor Ramón.

Poco a poco fue perdiendo el miedo y empezó a disfrutar de la sensación de estar en el agua. Al abrir los ojos, vio a Lola sonriendo desde la orilla.

Las clases continuaron y Sofía fue ganando confianza en sí misma gracias al apoyo de sus amigos y al profesionalismo del profesor Ramón. Pronto aprendió las técnicas básicas de natación y se sentía cada vez más segura en el agua.

Un día, durante una clase práctica en el mar, Sofía tuvo un pequeño percance cuando una ola más grande de lo esperado la sorprendió. Se puso nerviosa e intentó volver nadando hacia la orilla sin éxito. "¡Tranquila Sofi! ¡Confío en ti!" - gritó Lola desde la playa.

El profesor Ramón se acercó rápidamente nadando hasta donde estaba Sofía y con calma le recordó lo que había aprendido: mantener la calma y seguir las indicaciones para superar cualquier situación complicada en el agua.

Con determinación, Sofía siguió las instrucciones del profesor Ramón y logró llegar a salvo a la orilla junto a él. Estaba agotada pero feliz por haber superado ese desafío inesperado.

Desde ese día, Sofía se convirtió en una excelente nadadora gracias al esfuerzo constante y al apoyo incondicional de sus amigos. Aprendió que con valentía y perseverancia se pueden superar los miedos más grandes e incluso convertirlos en fortalezas.

Y así, entre risas y chapuzones, Sofía descubrió un nuevo mundo lleno de aventuras bajo el mar caribeño donde antes solo veía temores. Y todo comenzó con un pequeño paso fuera de su zona de confort hacia las profundidades azules que ahora eran parte inseparable de ella.

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