Sofía y el misterio del hospital encantado



Había una vez en un pequeño pueblo, una chica llamada Sofía que siempre había sentido curiosidad por el antiguo hospital psiquiátrico abandonado en las afueras.

La leyenda decía que en ese lugar sucedían cosas extrañas y que estaba embrujado por los espíritus de los antiguos pacientes. Un día, desafiando las advertencias de los lugareños, Sofía decidió entrar al hospital psiquiátrico para explorarlo. Apenas cruzó la puerta, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

El lugar estaba oscuro y polvoriento, con muebles rotos y camas oxidadas esparcidas por todas partes. -¡Qué miedo tengo! -murmuró Sofía mientras avanzaba con precaución por los pasillos. De repente, escuchó un ruido proveniente de una habitación cercana.

Con valentía se acercó y abrió la puerta lentamente. Lo que vio la dejó helada: manchas de sangre cubrían las paredes y el piso, como si algo terrible hubiera ocurrido allí. -¡Esto es horrible! -exclamó Sofía con temor.

Decidida a descubrir la verdad detrás de aquel macabro hallazgo, siguió investigando por el hospital. Cada paso le resultaba más difícil mientras el miedo se apoderaba de ella. Sin embargo, su determinación era más fuerte y continuó adelante.

Finalmente llegó a la sala principal del hospital, donde encontró a un grupo de sombras moviéndose inquietantemente. Antes de poder reaccionar, las sombras se abalanzaron sobre ella con garras afiladas y ojos brillantes llenos de malicia.

Sofía corrió desesperadamente tratando de escapar, pero las sombras parecían estar en todas partes. En medio del caos y la confusión, recordó algo importante: debajo de su chaqueta llevaba consigo un amuleto familiar que le habían dado para protegerla en momentos difíciles.

Con todas sus fuerzas, sacó el amuleto y lo sostuvo firmemente frente a ella. De repente, una luz brillante brotó del amuleto y envolvió a las sombras en una especie de barrera protectora. Las criaturas retrocedieron visiblemente debilitadas por la luz purificadora del amuleto.

-¡Alejémonos! -gritaban las sombras mientras desaparecían poco a poco. Sofía salió corriendo del hospital psiquiátrico sin mirar atrás hasta llegar a casa sana y salva.

Desde ese día entendió que aunque el miedo pueda paralizarnos en ocasiones difíciles, siempre hay una luz interior capaz de guiarnos hacia la seguridad y protección necesarias para enfrentar cualquier adversidad.

Y así fue como Sofía aprendió que incluso en los lugares más tenebrosos podemos encontrar valentía dentro de nosotros mismos para superar nuestros mayores temores.

FIN.

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