Sofía y el Misterio del Odio a las Jeringas
Era un día soleado en el barrio de Sofía, una niña de diez años con una sonrisa radiante, a pesar de que en su boca había una muela que le estaba causando un dolor insoportable. Desde hacía días, su muela gritaba más que su hermanito pequeño cuando no le dan su biberón.
- “¡Ay, mamá! No puedo más con este dolor, pero no quiero ir al dentista”, decía Sofía, mientras se frotaba la mejilla con fuerza.
Su mamá, que estaba en la cocina preparando una deliciosa merienda, la miró con cariño.
- “Entiendo que te asuste, Sofía. Pero el dentista puede ayudarte. ¿Sabías que él tiene herramientas mágicas para quitar el dolor? ”
Sofía frunció el ceño. La palabra "mágicas" no la tranquilizaba en lo más mínimo. Ella solo podía imaginar esas jeringas brillantes como monstruos que la perseguían.
- “No me gustan las jeringas, mamá. ¡Son horribles! ”
- “Sé que parecen aterradoras, pero son solo herramientas que los dentistas usan para ayudar. A veces, lo desconocido da miedo, pero como en una aventura, puedes descubrir algo nuevo”.
Sofía pensó en lo que su mamá había dicho. Le encantaba la idea de las aventuras. Había decidido que un día, sería una gran exploradora. Tal vez podría convertir su visita al dentista en una especie de expedición.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Sofía se llevó un pequeño diario al lado de su cama. Dibujo un mapa donde el dentista era un valiente piloto de una nave espacial y ella, su copiloto, que debía enfrentarse a los peligros de un asteroide en forma de jeringa.
Al día siguiente, Sofía y su mamá llegaron a la clínica dental. A medida que entraron, el lugar le pareció menos aterrador. Había colores brillantes en las paredes y juguetes en la sala de espera. De repente, una enfermera con una gran sonrisa se acercó a ella.
- “Hola, Sofía. Soy la enfermera Lili. ¿Estás lista para tu aventura? ”
Sofía, un poco sorprendida, se puso a pensar en su mapa y lo que significaba la palabra —"aventura" para ella.
- “Ehh... sí, creo que sí”, murmulló, aún con un poco de nervios.
La enfermera la llevó a una habitación donde el dentista, un hombre de barba y gafas amistosas, la esperaba.
- “Hola, Sofía. Soy el Dr. Manuel. Vamos a cuidar de tu muela para que dejes de tener dolor. ¿Te parece? ”, dijo él con una voz cálida.
Sofía respiró hondo. Sintió cómo sus piernas empezaron a temblar.
- “Pero… tengo miedo de las jeringas”, confesó.
- “Lo entiendo. Pero déjame contarte un secreto”, dijo el Dr. Manuel con un guiño. “Las jeringas son como los superhéroes. Son necesarias para que en un instante sientas que te quito el dolor. ¿Quieres verlo? ”
Ella lo miró con curiosidad.
- “¿Superhéroes? “¿Cómo? ”
- “Te prometo que este superhéroe solo te dejará sentir un pequeño pinchazo, y después te sentirás mucho mejor”, explicó mientras mostraba la jeringa.
Sofía se imagine como su propio superhéroe enfrentándose a la jeringa y aceptó.
- “Está bien, voy a ser valiente”, dijo Sofía.
Con un poco de magia de la respiración hondo y la sonrisa del Dr. Manuel, la jeringa fue menos espantosa de lo que había imaginado. Al segundo siguiente, su dolor empezó a desvanecerse como un hechizo.
Después de un rato, el doctor terminó su trabajo y le dijo:
- “Bien hecho, Sofía. Ya está todo listo. ¿Te sientes bien? ”
- “Sí, gracias, Dr. Manuel. ¡No fue tan malo! ”
Sofía sonrió al darse cuenta de que había enfrentado su miedo y había ganado. Se sentía orgullosa, como una verdadera exploradora. A partir de ese día, cada vez que se acordaba de su visita al dentista, se imaginaba volando a través de las estrellas, superando todos los asteroides que desafiaban su camino.
- “Mamá, ¡quiero volver a visitar al Dr. Manuel! ”, le dijo, emocionada en el auto de regreso a casa.
- “¿Ves? ¡No era tan terrible! ”
Y desde entonces, Sofía supo que enfrentar sus miedos podía llevarla a vivir grandes aventuras, incluso en los lugares más inesperados, como el consultorio del dentista. Porque a veces, solo hay que dar el primer paso, y el resto se vuelve un cuento extraordinario.
FIN.