Sofía y el oso protector
En lo profundo del bosque vivía una mujer llamada Sofía, a quien le encantaba pasear entre los árboles y escuchar el canto de los pájaros.
Un día, mientras caminaba por un sendero, se encontró cara a cara con un enorme oso. El corazón de Sofía latía con fuerza y el miedo la invadió por completo. El oso la miraba fijamente, pero en lugar de rugir o atacar, se sentó frente a ella y comenzó a hablar:"Hola, soy Bernardo.
¿Cómo te llamas tú?". Sofía no podía creer lo que estaba pasando. Nunca había visto un oso hablar, ¡y mucho menos presentarse!"Yo... yo me llamo Sofía", balbuceó ella.
Bernardo sonrió con amabilidad y le dijo:"No temas, Sofía. Solo quería conocerte. Muchas personas sienten miedo cuando me ven, pero en realidad soy muy amigable". La mujer se sintió un poco más tranquila al escuchar las palabras del oso.
"¿Qué haces aquí en el bosque? ¿No deberías estar en una cueva?", preguntó curiosa. Bernardo explicó que le gustaba recorrer el bosque en busca de amigos con quienes charlar y compartir historias.
Sofía y Bernardo pasaron horas conversando sobre sus vidas, sus sueños y sus aventuras favoritas. La mujer descubrió que el oso tenía un gran corazón y una sabiduría extraordinaria. De repente, mientras charlaban animadamente, escucharon un ruido proveniente de unos arbustos cercanos.
Un cazador furtivo se acercaba sigilosamente hacia ellos con una red en la mano. Sofía sintió nuevamente miedo e instintivamente agarró la mano de Bernardo. El oso la miró con ternura y le dijo:"Tranquila, Sofía. Haré todo lo posible para protegerte".
Con rapidez y astucia, Bernardo logró desarmar al cazador y ahuyentarlo del bosque antes de que pudiera hacerles daño a él o a su nueva amiga. Sofía estaba impresionada por la valentía y la bondad del oso.
Se dio cuenta de que las apariencias pueden ser engañosas y de que la verdadera amistad puede surgir en los lugares más inesperados. Desde ese día, Sofía visitaba regularmente al buen amigo Bernardo en el bosque para seguir compartiendo momentos especiales juntos.
Aprendió que no hay que dejarse llevar por el miedo ante lo desconocido y que siempre hay espacio para la amistad genuina entre diferentes seres vivos.
FIN.