Sofía y el Poder de Decidir


Había una vez una niña llamada Sofía, a quien todos conocían como "Mi hija la indecisa". Desde pequeña, Sofía tenía dificultades para tomar decisiones.

Ya fuera elegir qué ropa ponerse por la mañana o qué juego jugar con sus amigos, siempre se quedaba pensando durante horas sin poder decidirse. Un día, mientras caminaba por el parque con su mamá, Sofía vio un cartel que decía: "¡Participa en el Concurso de Decisiones y gana increíbles premios!".

Sofía sintió curiosidad y le preguntó a su mamá si podían ir a ver de qué se trataba. Cuando llegaron al lugar del concurso, había muchas personas esperando su turno para participar.

Había un escenario donde se encontraba un hombre muy amable llamado Don Tomás. Él era el organizador del evento y estaba listo para ayudar a las personas indecisas como Sofía. Sofía subió al escenario junto con otros niños y niñas indecisos.

Don Tomás les explicó que cada uno tendría que enfrentarse a diferentes desafíos y tomar decisiones rápidas. El objetivo era superar los obstáculos demostrando confianza en sí mismos. El primer desafío consistió en elegir entre dos sabores de helado: vainilla o chocolate.

Los demás participantes no dudaron ni un segundo antes de hacer su elección, pero Sofía se quedó pensativa mirando los helados durante mucho tiempo. Finalmente, después de mucho meditarlo, dijo: "-Elijo... ¡chocolate!" Todos aplaudieron emocionados por su decisión.

El segundo desafío fue aún más complicado. Don Tomás les mostró un montón de juguetes y les dijo que debían elegir solo uno para llevarse a casa. Sofía se acercó al montón de juguetes y comenzó a examinarlos detenidamente.

Pasaron varios minutos y Sofía aún no había tomado una decisión. Los demás participantes ya habían elegido sus juguetes y estaban listos para pasar al siguiente desafío.

Don Tomás se acercó a Sofía y le preguntó con cariño: "-¿Necesitas ayuda, Sofía? Recuerda que lo importante es disfrutar el proceso de decidir". Sofía respiró profundo y finalmente eligió un hermoso muñeco de peluche. Sonrió feliz mientras todos aplaudían su elección.

El último desafío era el más difícil de todos. Había tres puertas frente a ellos, cada una llevaba a un camino distinto. Don Tomás les dijo que debían elegir la puerta correcta para llegar al premio final: una caja llena de sorpresas.

Uno por uno, los participantes fueron eligiendo las puertas sin dudar demasiado, hasta que llegó el turno de Sofía. Ella miraba las puertas con incertidumbre, sin saber cuál elegir.

Entonces, recordando las palabras de Don Tomás sobre disfrutar el proceso, Sofía decidió cerrar los ojos y escuchar su corazón. Después de unos segundos, abrió los ojos y señaló la puerta del medio. Todos esperaban ansiosos mientras Don Tomás abría la puerta lentamente...

¡y allí estaba la caja llena de sorpresas! Sofía había elegido la puerta correcta y ganó el premio final. Desde ese día, Sofía aprendió que tomar decisiones no tenía por qué ser tan difícil. Aprendió a confiar en sí misma y disfrutar del proceso de elegir.

Ya no era conocida como "Mi hija la indecisa", sino como "Sofía, la niña valiente". Y así, con cada decisión que tomaba, Sofía se iba volviendo más segura de sí misma.

Siempre recordaba aquel concurso y cómo había superado sus miedos. Y aunque a veces todavía le surgían dudas, sabía que podía enfrentar cualquier desafío y tomar decisiones con confianza.

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