Sofía y el poder del arte



Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Un día, Sofía se despertó muy emocionada porque era su primer día de clases en una nueva escuela.

Estaba tan nerviosa por conocer a sus nuevos compañeros y maestros que no podía dejar de dar vueltas por su habitación. La mamá de Sofía notó que algo le preocupaba y se acercó a ella con cariño.

"¿Qué te pasa, mi amor?", preguntó la mamá. Sofía suspiró y respondió: "Mamá, ¡tengo tanto miedo! No sé cómo será mi nuevo colegio ni si haré amigos".

La mamá abrazó a Sofía y le dijo: "Entiendo tus nervios, pero recuerda que eres valiente y capaz. Solo tienes que ser tú misma". Aunque estas palabras reconfortaron a Sofía, seguía sintiendo mariposas en el estómago. Esa noche, mientras todos dormían profundamente, Sofía buscaba desesperadamente la forma de tranquilizarse para poder conciliar el sueño.

Probó contar ovejitas, leer un libro e incluso hacer ejercicios de relajación; pero nada parecía funcionar. De repente, recordó lo mucho que disfrutaba dibujar. Tomando lápices y papel, comenzó a plasmar sus sentimientos en cada trazo.

Dibujaba árboles altos y coloridos pájaros volando libremente en el cielo azul. Al terminar su dibujo, Sofía sintió como si un peso hubiera sido levantado de sus hombros.

Se dio cuenta de que había encontrado una forma de expresar sus emociones y canalizar su energía nerviosa. Al día siguiente, Sofía se levantó con una sonrisa en el rostro. Aunque aún sentía un poco de nervios, sabía que tenía algo especial para enfrentarlos.

Cuando llegó a la escuela, vio a otros niños jugando y riendo juntos. Se acercó tímidamente a un grupo y mostró su dibujo. - ¡Hola! Soy Sofía -dijo con voz temblorosa-.

¿Les gustaría ver mi dibujo? Los niños se acercaron curiosos y admiraron su obra de arte. Quedaron asombrados por los detalles y colores vivos del dibujo. - ¡Es hermoso! -exclamaron emocionados-. ¿Te gustaría ser nuestra amiga? Sofía sonrió ampliamente al escuchar esas palabras y aceptó encantada la invitación.

Durante ese primer día de clases, compartió risas, juegos y nuevos aprendizajes con sus nuevos amigos. Con el paso del tiempo, Sofía siguió dibujando cada vez que sentía nervios o inseguridades.

Descubrió que su habilidad artística no solo le ayudaba a expresarse sino también a conectarse con otras personas. Desde aquel día en adelante, Sofía nunca dejó que los nervios controlaran sus sueños e ilusiones. Siempre recordaba las palabras de su mamá: "Eres valiente y capaz".

Y así fue como esa niña tan especial encontró la forma perfecta de superar cualquier obstáculo que se le presentara en la vida.

Y colorín colorado, esta historia nos ha enseñado que todos tenemos miedos y nervios, pero podemos encontrar formas creativas de enfrentarlos y convertirlos en oportunidades para crecer y aprender.

FIN.

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