Sofía y el pollito del bosque



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina una niña llamada Sofía. Era una niña muy curiosa y aventurera que siempre estaba buscando nuevas formas de aprender y descubrir cosas nuevas.

Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, encontró un pequeño huevo abandonado en el suelo. Sofía se acercó para verlo mejor y notó que estaba agrietado. Sin pensarlo dos veces, decidió llevárselo a casa para cuidarlo.

Al llegar a casa, Sofía buscó información sobre cómo cuidar un huevo roto en Internet y descubrió que necesitaba mantenerlo caliente y protegido hasta que eclosionara.

Así que construyó un pequeño nido con ramitas y hojas secas, lo colocó dentro y lo cubrió con una manta. Pasaron los días y el huevo comenzó a moverse cada vez más. Sofía estaba emocionada porque sabía que pronto nacería algo especial.

Finalmente, después de varios días de espera ansiosa, el huevo se rompió y apareció un pollito amarillo. Sofía estaba feliz viendo al pequeño pollito mover sus alas torpemente mientras aprendía a caminar. Pero pronto se dio cuenta de que había mucho trabajo por hacer si querían mantener al pollito sano y salvo.

"Tenemos que alimentarlo bien", dijo Sofía mientras sacaba algunas semillas del armario de la cocina. "Y debemos mantenerlo limpio", agregó mientras preparaba una caja con paja fresca para dormir.

Con dedicación y cuidado diario, el pollito creció fuerte y saludable bajo la atenta mirada de Sofía. La niña se sentía orgullosa de haber ayudado a traer al mundo a un nuevo ser vivo y se dedicó a enseñarle todo lo que sabía sobre la vida en el campo.

Pero un día, mientras paseaban por el bosque, Sofía y su pollito se encontraron con una zorra hambrienta que los acechaba desde detrás de los árboles. Sofía rápidamente agarró al pollito y corrió hacia casa para protegerlo.

"¿Qué vamos a hacer ahora?", preguntó Sofía preocupada mientras acariciaba al pollito asustado. "No podemos dejar que la zorra nos lastime", respondió decidida. "Tal vez podamos construir un refugio seguro para él aquí mismo", sugirió su mamá.

Así que juntos, construyeron un pequeño recinto seguro donde el pollito pudiera estar protegido de cualquier peligro. Y aunque no era tan emocionante como correr por el bosque, era mucho más seguro y tranquilizador para todos.

Con el tiempo, la niña aprendió que cuidar de otro ser vivo requería mucha responsabilidad y compromiso. Pero también descubrió lo gratificante que puede ser ayudar a alguien más necesitado y ver cómo crece fuerte gracias a su ayuda.

Desde ese día en adelante, Sofía siguió cuidando del pollito con amor y dedicación hasta que finalmente pudo regresar al bosque como un ave adulta lista para enfrentarse al mundo por sí sola.

Y aunque ya no estaba allí físicamente, siempre tendrían esa experiencia inolvidable juntos como recuerdo imborrable de su vínculo especial.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!