Sofía y el Reino de los Dentistas
Era un día soleado y Sofía, una nena de 9 años, estaba en su habitación mirando un libro de cuentos. Sin embargo, en su mente había un gran dragón que le causaba miedo: ¡el dentista!
-Ay, no quiero ir al dentista -murmuró Sofía mientras pasaba las páginas del libro.
Su mamá, que la escuchó, se acercó y le acarició el cabello.
-No te preocupes, Sofía. El dentista solo quiere ayudarte a mantener tus dientes sanos.
-Sí, pero ¿y si me duele? -preguntó Sofía, aún con miedo.
Sofía pensó en lo horrible que sería sentarse en esa silla enorme, con luces brillantes que parecían un rayo. De repente, un pequeño destello en su habitación llamó su atención.
Era su amigo, el valiente ratón Timoteo, que entró por la ventana.
-Hola, Sofía. ¿Por qué tan preocupada? -preguntó con su voz animada.
-Timoteo, tengo que ir al dentista y tengo miedo -confesó Sofía.
-¡No tengas miedo! -exclamó Timoteo, saltando sobre la cama-. Te contaré un secreto. ¡El dentista es un superhéroe disfrazado!
-¿Un superhéroe? -se sorprendió Sofía.
-Sí, así es. Su misión es asegurarse de que todos los niños tengan sonrisas brillantes y fuertes. Pero necesito tu ayuda para derrotar al dragón del miedo.
Sofía, intrigada, le preguntó:
-¿Cómo puedo ayudarte?
-Tenés que imaginar que el dentista es un héroe y no un villano. Nosotros, los pequeños, debemos ser valientes y enfrentar al dragón con una sonrisa -propuso Timoteo con firmeza.
Sofía sonrió un poco, pero el dragón seguía ahí. Así que Timoteo sacó su varita mágica (una simple ramita que había encontrado) y exclamó:
-¡Abracadabra, dragón! ¡Desaparece del hogar de mi amiga!
Sofía se rió.
-Timoteo, eso no hará que el dragón se vaya. ¡Necesito prepararme para la batalla!
Y así, la nena decidida comenzó a planear su estrategia. Juntas, crearon una lista de armas de valientes:
1. Respirar profundamente antes de entrar.
2. Llevar un juguete para sentirse acompañada.
3. Pensar en su lugar favorito mientras espera.
Finalmente, llegó el gran día. Sofía entró a la clínica con Timoteo escondido en su mochila. Cuando salió al hall de espera, notó a otros niños. Miraron y sonrieron.
-Hola, Sofía. ¿Vas a ver al dentista también? -preguntó una nena pequeña.
-Sí, pero yo tengo un poco de miedo. -respondió Sofía.
-No te preocupes, a mí no me dolió. ¿Ves? -indicó la niña mostrando su sonrisa.
Los comentarios de los chicos hicieron que Sofía sintiera que no estaba tan sola. Cuando la llamaron, sintió un poco de nervios, pero recordó la varita mágica de Timoteo.
-Decidido, vamos a enfrentar al dragón -pensó Sofía, tomando una respiración profunda.
Entró a la sala. El dentista era un hombre amable, con una sonrisa brillante y un gran delantal.
-Bienvenida, Sofía. Hoy vamos a cuidar tus dientes. Me dirás si sientes alguna molestia, ¿ok? -dijo él con gentileza.
Sofía asintió. Se sentó en la silla, pensando en el mar y su conchita favorita que había recogido en la playa.
-¡Eso es! -se animó-. Estoy en mi playa.
Mientras el dentista trabajaba, Sofía se concentró en sus pensamientos y en su concha.
-De a poco, todo se fue calmando.
-¿Ves que no duele tanto? -le preguntó el dentista amigablemente.
-¡No! -exclamó Sofía, sorprendida.
Al final de la revisión, el dentista le dio una pegatina de un superhéroe.
-Sofía, te has comportado como una valiente. ¡Ahora eres parte del club de los valientes! -dijo el dentista sonriendo.
Cuando salió, Timoteo apareció de la mochila y la saludó.
-¿Cómo te fue? -preguntó Timoteo emocionado.
-Fue genial, Timoteo. ¡El dragón ya no me asusta! -dijo Sofía con una gran sonrisa.
Desde ese día, Sofía entendió que enfrentar sus miedos no solo podía ser una aventura, sino también una oportunidad para crecer. Y así, Sofía y Timoteo continuaron viviendo muchas más aventuras juntos, siempre enfrentando sus miedos con valentía y risas.
-¡Hasta la próxima! -se despidió Sofía mientras se marchaba hacia su próxima aventura con una sonrisa brillante y segura de sí misma.
Y así, Sofía aprendió a no temerle al dentista, sino a celebrarlo como otro gran paso en su vida.
FIN.