Sofía y el sabio panda
Había una vez una niña llamada Sofía que siempre estaba en movimiento. Un día, mientras jugaba al aire libre, se dio cuenta de que sus cordones estaban desatados.
Pero como era tan inquieta, decidió seguir corriendo por el parque sin atarse los zapatos. De repente, tropezó con una piedra y cayó al suelo. Se raspó la rodilla y comenzó a llorar.
Sin embargo, cuando levantó la vista, vio algo sorprendente: una casa llena de mariposas con un panda sentado en la puerta. Sofía se frotó los ojos para asegurarse de que no estaba soñando y se acercó a la casa.
Cuando llegó a la puerta, el panda se levantó y le preguntó:- Hola pequeña ¿cómo estás? - Estoy bien -respondió Sofía aún sorprendida- pero ¿qué es este lugar? Nunca había visto tantas mariposas juntas. - Este es mi hogar -dijo el panda sonriendo- Me encanta estar rodeado de estas criaturas mágicas.
Sofía miraba todo asombrada y fascinada al mismo tiempo. La casa del panda era hermosa: todas las paredes estaban cubiertas con flores coloridas y las mariposas volaban por todos lados creando un ambiente mágico.
El panda invitó a Sofía a entrar y le ofreció té caliente. Mientras bebían té juntos, el panda le contaba historias sobre su vida rodeado de mariposas y cómo aprendió a cuidarlas. Sofía quedo impresionada por lo sabio que era el Panda.
Después de un rato, el panda le preguntó a Sofía:- ¿Por qué no te ataste los cordones antes? Podrías haberte hecho más daño. Sofía se sintió avergonzada y dijo:- No lo sé, siempre me olvido.
Pero ahora entiendo que es importante cuidar de mí misma para poder disfrutar mejor las cosas bonitas. El panda sonrió y le dio una lección valiosa a Sofía:- A veces nos enfocamos tanto en hacer cosas divertidas que olvidamos cuidar de nosotros mismos.
Recuerda siempre poner tu seguridad primero para poder disfrutar al máximo tus aventuras. Sofía asintió con la cabeza y prometió recordar esa enseñanza del Panda.
Después de despedirse del panda y sus mariposas, regresó a casa con una sonrisa en su rostro y los zapatos bien atados. Desde ese día en adelante, Sofía aprendió a ser más precavida pero sin dejar de lado su espíritu aventurero.
Cada vez que veía mariposas volando por el aire, recordaba la sabiduría del Panda y se sentía feliz sabiendo que estaba creciendo como persona gracias a esa experiencia mágica e inolvidable.
FIN.