Sofía y el secreto del agua mágica
Había una vez una niña llamada Sofía, que no le gustaba bañarse. Cada vez que su mamá le decía "Sofía, es hora de bañarse", ella ponía cara de disgusto y buscaba cualquier excusa para evitarlo.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Sofía empezó a notar que todos se alejaban de ella y la miraban extraño. Ella no entendía qué pasaba.
Fue entonces cuando su amiga Valentina se acercó y le dijo: "Sofía, hueles muy mal". Sofía se sintió avergonzada y triste al darse cuenta de que su falta de higiene estaba afectando su relación con los demás. Decidió ir a hablar con su abuelita Clara, quien siempre tenía sabias palabras para ella.
"Abuelita Clara, ¿por qué tengo que bañarme? No me gusta hacerlo", preguntó Sofía. La abuelita Clara sonrió y respondió: "Querida Sofía, bañarnos es muy importante para nuestra salud. Nos ayuda a mantenernos limpios y frescos.
Además, también es una forma de cuidar nuestro cuerpo". Sofía reflexionó sobre las palabras de su abuelita y decidió darle una oportunidad al baño. Esa noche, se metió en la ducha dispuesta a cambiar sus hábitos.
A medida que el agua caía sobre su cuerpo, Sofía comenzó a sentirse bien. El jabón hacía espuma y ella disfrutaba frotándose cada parte del cuerpo. Se dio cuenta de lo relajante que era tener un momento solo para ella misma.
Al día siguiente, Sofía fue al colegio con una sonrisa en el rostro y oliendo a limpio. Sus amigos se sorprendieron al verla tan diferente. "Sofía, ¡qué bien hueles!", exclamaron todos.
La niña les explicó que había aprendido la importancia de la higiene y cómo eso afectaba su relación con los demás. A partir de ese día, Sofía se convirtió en un ejemplo para sus amigos, quienes también empezaron a cuidar más su higiene personal.
Pasaron los días y Sofía seguía bañándose todos los días sin poner ninguna excusa. Incluso comenzó a disfrutarlo tanto que inventó juegos dentro de la ducha para hacerlo aún más divertido. Un día, mientras jugaba en el parque nuevamente, Sofía escuchó una voz familiar.
Era Valentina, quien se le acercó y le dijo: "Sofía, quiero pedirte disculpas por haberme alejado de ti aquel día. Me di cuenta de lo importante que es tener buenos hábitos de higiene".
Sofía aceptó las disculpas de Valentina y juntas siguieron jugando como siempre. Desde aquel momento, Sofía entendió que bañarse no solo era necesario para mantenerse limpios físicamente, sino también para cuidar nuestras relaciones personales y sentirnos bien con nosotros mismos.
Y así fue como Sofía aprendió la lección sobre la importancia del baño y cómo un pequeño cambio puede tener grandes repercusiones en nuestra vida diaria.
FIN.