Sofía y el secreto del jardín encantado



Había una vez una nena llamada Sofía, que todas las mañanas se despertaba con una sonrisa en el rostro.

Desde que abría los ojos, su corazón se llenaba de alegría y entusiasmo por todo lo que el día le deparaba. Sin embargo, había algo que enturbiaba su felicidad: ¡ir al jardín! Cada vez que recordaba que debía ir al jardín, la carita alegre de Sofía se transformaba en una mueca de desagrado.

No entendía por qué tenía que pasar tantas horas lejos de su hogar, jugando con otros niños y haciendo actividades que no le interesaban en absoluto. Un día, mientras desayunaba junto a su mamá, Sofía decidió preguntarle sobre sus sentimientos hacia el jardín.

"-Mamá, ¿por qué tengo que ir al jardín si no me divierto allí?", preguntó con tono triste.

La mamá de Sofía la miró tiernamente y le respondió: "-Sé que a veces puede ser difícil adaptarse a lugares nuevos y personas desconocidas, pero el jardín es un lugar donde puedes aprender muchas cosas nuevas, hacer amigos y crecer como persona". Las palabras de su mamá resonaron en la mente de Sofía durante todo el camino hacia el jardín.

Al llegar, decidió darle una oportunidad al día y abrirse a las experiencias positivas que este le ofrecía.

Para su sorpresa, Sofía descubrió que en el jardín podía jugar con juguetes diferentes a los de su casa, pintar cuadros coloridos y cantar canciones divertidas junto a sus compañeros. Poco a poco fue conociendo a cada uno de ellos y encontrando similitudes entre ellos. Con el correr de los días, Sofía comenzó a disfrutar cada vez más del tiempo en el jardín.

Ya no veía las horas como algo aburrido e innecesario; ahora las esperaba con ansias para reencontrarse con sus amigos y maestros.

Un día soleado en el patio del jardín, mientras todos jugaban felices bajo la atenta mirada de las maestras, Sofía se dio cuenta del cambio radical en su actitud hacia ese lugar antes tan temido.

Se acercó a su mejor amiga Valentina y le dijo: "-¡Valen! ¡Qué lindo es poder compartir estos momentos contigo aquí!"Valentina sonrió ampliamente y le respondió: "-¡Sí! ¡Me encanta verte feliz en el jardín!". Desde ese momento, Sofía comprendió la importancia de estar abierta a nuevas experiencias y cómo estas podían traerle alegrías inesperadas.

Aprendió también la valiosa lección de darle una oportunidad antes de decidir si algo era bueno o malo.

Así fue como aquella nena que se despertaba muy contenta todas las mañanas terminó descubriendo un mundo lleno de diversión e aprendizajes en aquel lugar al cual solían llamar —"jardin" . Y así continuaron pasando los días entre juegos, risas y complicidad entre amigos inseparables.

FIN.

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