Sofía y el secreto mágico del dentista



Había una vez una niña llamada Sofía que tenía un miedo enorme de ir al dentista.

Cada vez que su mamá le recordaba que tenía una cita con el odontólogo, Sofía sentía un escalofrío recorrer su cuerpo y se le formaba un nudo en el estómago. Un día, mientras estaba jugando en el parque con su mejor amigo Tomás, él le contó sobre un lugar mágico al que podían acceder a través de un arcoíris.

Sofía, emocionada por la idea de visitar un lugar tan especial, decidió seguir a Tomás en esta aventura. Caminaron juntos hasta encontrar un arcoíris brillante y decidieron atravesarlo tomados de la mano.

De repente, se encontraron en un mundo lleno de colores y criaturas fantásticas. Había hadas que volaban a su alrededor y árboles gigantes con caramelos como frutos. "¡Esto es increíble!" -exclamó Sofía maravillada. "¿Ves? En este mundo todo es posible si crees en la magia", dijo Tomás sonriendo.

De repente, una hada se acercó a ellos y les dijo que para regresar a casa debían enfrentar sus mayores miedos.

Sofía sintió un escalofrío al recordar su temor al dentista, pero sabía que debía superarlo si quería volver a casa. Con valentía, decidieron buscar al monstruo del miedo en el bosque oscuro. Mientras caminaban entre los árboles retorcidos, escucharon unos gruñidos provenientes de una cueva.

Con paso firme, entraron y vieron a una criatura grande y peluda temblando de miedo en un rincón. Sofía se acercó lentamente y descubrió que el monstruo del miedo no era más que una proyección de sus propios temores.

Con lágrimas en los ojos, le explicó lo asustada que estaba de ir al dentista. El monstruo la miró con compasión y le tendió la mano. Juntos salieron de la cueva y volvieron al mundo mágico donde las hadas los esperaban con alegría.

Les entregaron dos varitas mágicas como símbolo de coraje y valentía. "Ahora es tu turno de enfrentar tus miedos", dijo el hada mayor guiñándole un ojo a Sofía. Decidida a superar su temor, Sofía tomó la varita y pronunció unas palabras mágicas: "¡Coraje!".

En ese momento, sintió cómo todo su miedo desaparecía gradualmente. Al despertar junto a Tomás en el parque, supo que ya no tenía por qué temerle al dentista. Con renovadas fuerzas y convicción, fue a su cita sin titubear.

Para sorpresa de todos ¡saludó con una sonrisa cuando abrió la puerta del consultorio! Desde ese día, Sofiá comprendió que enfrentar sus miedos era más fácil cuando lo hacías acompañado por amigos verdaderos e incluso algo extraordinario podías vivir si te atrevías.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!