Sofía y el sueño de los animales felices
Había una vez una niña llamada Sofía, de 5 años, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos verdes. A Sofía le encantaban los animales, pero había algo especial que la fascinaba: los conejos.
Todos los días, después de la escuela, iba al jardín trasero de su casa a observarlos saltando y jugando. Un día soleado, mientras Sofía estaba sentada cerca del jardín viendo a los conejitos corretear, uno de ellos se acercó curioso hacia ella.
Era un conejo blanco con manchas grises y ojos brillantes como estrellas.
Sofía se emocionó tanto que no pudo evitar exclamar:-¡Ohhh! ¡Eres el conejito más lindo que he visto! ¿Quieres ser mi amiguito? El conejito pareció sonreír y asintió con su cabeza. Desde ese momento, Sofía y el conejito blanco se convirtieron en inseparables amigos. Juntos exploraban el campo y jugaban todo el día.
Un día mientras paseaban por el bosque cercano al pueblo, encontraron una señal extraña que decía "Cueva mágica". Curiosos por descubrir qué había dentro, decidieron aventurarse adentrándose en la cueva. Dentro de la cueva encontraron un gran libro antiguo abierto sobre una mesa.
En él se podían leer palabras escritas con letras doradas: "Para encontrar tu deseo más profundo debes superar tres pruebas".
Sofía miró a su amigo conejo y dijo emocionada:-¡Vamos a hacer las pruebas! ¡Será una gran aventura! La primera prueba consistía en encontrar una llave dorada que estaba escondida en el bosque. Sofía y su conejito buscaron por todas partes, treparon árboles y cruzaron ríos, hasta que finalmente encontraron la llave debajo de una roca. -¡Lo logramos! -exclamó Sofía emocionada-.
Ahora vamos a la segunda prueba. La segunda prueba era un laberinto oscuro lleno de desafíos. Los dos amigos se tomaron de las manos y con valentía comenzaron a caminar por los pasillos del laberinto.
A medida que avanzaban, se encontraron con obstáculos como puentes colgantes y escaleras resbaladizas, pero juntos superaron cada uno de ellos. Después de mucho esfuerzo, lograron llegar al final del laberinto donde encontraron un cofre brillante. Al abrirlo, apareció una estrella mágica que les guiñó el ojo.
Sabían que estaban más cerca de cumplir su deseo. La tercera prueba los llevó a una montaña alta y empinada. Tenían que escalar hasta la cima para encontrar el último desafío.
Sofía miró hacia arriba con determinación y comenzó a subir junto a su fiel amigo conejito blanco. El ascenso fue difícil y agotador, pero no se dieron por vencidos.
Cada vez que sentían cansancio, recordaban lo lejos que habían llegado juntos y eso les daba fuerza para seguir adelante. Finalmente alcanzaron la cima de la montaña donde encontraron un arcoíris brillante suspendido en el aire. Al acercarse, el arcoíris se desvaneció y se transformó en una hermosa estrella fugaz.
-¡Es nuestra oportunidad de pedir nuestro deseo! -exclamó Sofía emocionada. Cerraron los ojos y pidieron su deseo más profundo: que todos los animales del mundo fueran felices y vivieran en paz.
Cuando abrieron los ojos, Sofía y su conejito blanco se encontraban nuevamente en el jardín trasero de su casa. Pero algo era diferente, podían sentir la alegría y la paz que habían deseado extendiéndose por todo el mundo.
Desde ese día, Sofía siguió amando a los conejos pero también aprendió a amar a todos los animales por igual. Juntos, ella y su amigo conejito blanco trabajaron para ayudar a protegerlos y asegurarse de que vivieran en un entorno seguro y feliz.
Y así, gracias a su valentía, perseverancia y amor por los animales, Sofía demostró que incluso una niña pequeña puede hacer grandes cosas para cambiar el mundo.
FIN.